¿QUIENES FUERON LOS CUATRO GARCÍA?
CORONEL DON PEDRO ANDRÉS GARCÍA DE SOBRECASA
Cántabro de nacimiento y, como muchos
de sus paisanos, hombre de la ilustración, heroico defensor de Buenos Aires
durante las invasiones inglesas, miembro destacado del cabildo abierto del 25
de mayo de 1810, lúcido conductor de la expedición a las Salinas Grandes, sagaz
mentor de la ciencia de frontera, promotor de la agricultura bonaerense, primer
prócer de la provincia de Chubut , pionero en la fundación de ciudades en la
Provincia de Buenos Aires, comerciante, emprendedor y reformista,
funcionario, viajero agudo y prolijo observador, dotado de una sorprendente
visión de futuro y ágil y riguroso escritor, Pedro Andrés García eligió
quedarse en un país de futuro incierto, donde todo estaba por hacer y al que de
ese modo apostó colocando algunos de los cimientos de este suelo que amó y al
que quiso retribuir su hospitalidad. [1]
[1] García-Mansilla, Manuel Rafael. “Pedro Andrés
García y el duro oficio de cimentar la Patria” Revista Todo es Historia,
Número 486. Buenos Aires. Enero de 2008.
“La muerte acaba de arrebatarnos el
día 21 del corriente, y a los 75 años de su edad, al coronel Don Pedro Andrés
García, natural de Santillana, en las montañas de Santander, uno de los muy
pocos patriotas venerables, que nos restaban ya de aquellos que en clase de
jefes militares tuvieron una parte distinguida en el espléndido triunfo del 5
de julio de 1807, y de los que contribuyeron a fundar la independencia de la
República el 25 de mayo de 1810. Dotado de un alma ardiente, y de un talento
superior, cultivado con esmero en el colegio de los Escolapios, de su provincia
, y luego por una constante aplicación a la lectura, se manifestó siempre más
elevado que los destinos comunes en la sociedad en tiempos ordinarios, y capaz
delos más altos en las grandes crisis políticas. Amante apasionado de la gloria
de la nación, y de esta ciudad que amaba con extrema predilección, se lanzó a
defenderlas con una consagración heroica al frente del batallón de montañeses
en el famoso día 5 de julio de 1807. Unido constantemente desde entonces con
los cuerpos militares de patricios, hizo una oposición valiente a las pasiones
que turbaron este país, y mantuvo firme la autoridad legal y los derechos de
los hijos de su patria adoptiva, hasta el 25 de mayo de 1810”.
“La posición del coronel Don Pedro
Andrés García era tremenda, y para mantenerse con honor en aquellas
circunstancias no bastaba el coraje, ni una decisión ciega y maquinal, era
preciso un alma grande, y un espíritu capaz de ver entre las tinieblas del caos
de una sociedad que se disuelve, con la misma claridad con que verá y juzgará
la posteridad. El conoció así la necesidad, la justicia, y la conveniencia
universal de la independencia americana. El juzgó, como empieza a juzgar a la
misma España, esta cuestión de la emancipación de las colonias tan importante a
ella misma, y se pronunció decididamente por ella. No le arredraron los
peligros como los de la muerte, ni afecciones tan caras como la vida; ni le
halagó tampoco la perspectiva de un porvenir lisonjero para su persona, pues
conocía demasiado bien el curso inevitable de las revoluciones de esta
magnitud. Si nos detenemos un poco sobre aquellos días por siempre gloriosos,
no podemos negar sin ingratitud el tributo de nuestro amor y respeto a los hombres
que fundaron la independencia que gozamos”.
“Establecida la primera junta
gobernativa fue destinado el Coronel Don Pedro Andrés García a una expedición a
Salinas en las pampas. Su celo ardiente por la prosperidad de la provincia, y
su genio supieron hacer grande e importantísima una comisión que parecía
pequeña. El hizo conocer al gobierno la necesidad de un plan de fronteras digno
de la nueva posición del país, e indispensable a su prosperidad futura. Su
previsión lo hacía pasar mucho más allá de los límites en que se quedan siempre
pegadas las almas pequeñas. Desde los primeros días de la revolución el midió
la importancia de una obra desdeñosa entonces, y que es reputada hoy como las
más vital de la provincia. Los viajes
hechos por el Coronel García al desierto y en medio de las tribus feroces,
prevenidas unas contra el Gobierno, y animadas otras por incursiones felices;
viajes hechos unos con escasez, y aún mezquinos recursos, y otros casi solo
graduados de temerarios por los patriotas que conocían bien los peligros,
prueban su celo infatigable por el bien de la provincia. Las memorias y
escritos que ha dejado le aseguran un título intachable a una parte de la
gloria que resulte del establecimiento del nuevo plan de fronteras. Rendido por
los años, postrado por los achaques y privado al fin de la vista, su consuelo
más dulce era el hablar y entretenerse sobre la prosperidad de nuestros campos,
y el engrandecimiento de su ciudad querida. Estos sentimientos no lo
abandonaron hasta que dejó de existir. Él no ha legado a su familia sino una
memoria honorable y nobles ejemplos que imitar”.
[1] Diario “El
Lucero” Buenos Aires, 29 de abril de 1833. Publicado en la obra de Emiliano
Tagle titulada: “Los escritos del Coronel Pedro Andrés García” Estudios
Históricos de Buenos Aires. Año 2021.
MANUEL JOSÉ GARCÍA FERREYRA . SU HIJO
Bartolomé Mitre, en su Historia de Belgrano -Tomo II- lo recordaba diciendo: “Era, sin duda, uno de los hombres más notables de la época. Patriota decidido, hombre de elevación moral, cabeza de inteligencia poderosa, nutrida con estudios serios, escritor literario con nervio y originalidad, con penetración profunda para juzgar a los hombres y las cosas, con una alta moderación que nunca se desmentía, era un verdadero hombre de estado, que reunía las cualidades de una bella y distinguida figura, realzada por modales dignos y una conversación chispeante de ingenio y de amenidad. Con todas estas dotes naturales y adquiridas, García no era un hombre de iniciativa ni de lucha. Carácter flexible que se doblaba al impulso de las circunstancias, conciencia flotante que buscaba su equilibrio en el término medio de los hechos consumados o que tenían la sanción de la fuerza, era más bien un hombre parlamentario que un combatiente revolucionario...”.
Mario Molina Pico en su obra titulada “Manuel José García” expresa: “La posteridad cuyo fallo se invoca siempre para reparar las injusticias de los contemporáneos, es a veces injusta. Tal es el caso de Manuel José García. Entre la brillante muchedumbre de militares y caudillos, de dictadores y demagogos, de literatos y oradores cuyos nombres realza la historia oficial, su sobria figura de estadista se pierde borrosa y olvidada. Quizás aún se lo recuerde como el diplomático que firmó el nefasto tratado preliminar de paz con el Brasil…Pero ¡cuántos desconocen su talento de financista, su sagacidad de político, su probidad de administrador, o el valor moral del que hizo alarde para enrostrar a Rosas, en los albores de la dictadura y siendo su ministro, la peligrosa orientación dada a su gobierno, para no ser “confundido en los esclavos viles y aduladores miserables del poder o de las pasiones de partido”[1]
Como dijo Gastón Lestard [2] “García queda para la posteridad como una de las altas y preclaras figuras de nuestra historia financiera. Mente creadora, espíritu investigador y criterio bien orientado en el amor a su patria, su ministerio histórico bien es harto merecedor, por la grandeza de sus luces y la energía de su acción, de ser señalado como una gloria civil a las generaciones del presente y como un verdadero artífice de las finanzas argentinas.”
El historiador Vicente Fidel López, lo evoca con palabras elogiosas[3]: “Era el hombre de estado más ágil y sagaz que tenía el país: hombre que podía pasar por un modelo de cultura clásica en cualquier parte del mundo; formal y amenísimo al mismo tiempo, serio y profundo en el consejo, amabilísimo sin interrupciones ni caprichos en el trato social; de bonita figura y simpático semblante; honorable, discreto y purísimo en sus costumbres; correcto en sus principios morales; de una prudencia franca, sin reticencias ni fingidas reservas, que en vez de reconcentrarse, como hacen los necios para parecer profundos,- mostraba su cordura en la lucidez del juicio y en apropiación de la frase, calculada para no traspasar el límite conveniente, ni dejar incompleto el concepto. Además de que su educación literaria había sido completa, él la había extendido y cultivado con vastas lecturas y con un gusto exquisito. Por todo esto Manuel José García era un diplomático consumado que sabía hacerse querer y buscar”.
Adolfo Saldías,
precursor de la escuela revisionista de nuestra historia argentina, en su vasta
y valiosa obra “Historia de la Confederación Argentina - Rozas y su Época”,
enriquecida por importantes documentos probatorios del momento, obtenidos del
archivo personal de Juan Manuel de Rosas, nos dejó su opinión para la
posteridad:
“Digno cooperador tuvo Rivadavia en el ministro de Hacienda doctor García, quien a sus nutridos talentos y a su preparación poco común unía un espíritu organizador y metódico. Como estadista, García era uno de los más perfectos que ha producido la República Argentina, y como pensador es uno de los que con perfiles más acentuados ha dejado obra transcendental en disposiciones civiles, políticas y constitucionales incorporadas en las prácticas y en las leyes fundamentales del país.”
“Por iniciativa de este hombre superior se creó la Contaduría, la Tesorería y la Receptoría que dependían entonces del Tribunal de Cuentas; se fundó la institución del crédito público y la caja de amortización, afectando a esta última las rentas de la Provincia; se creó recursos legítimos y moderados para aumentar la hacienda pública; se abolió los pechos y contribuciones forzosas; se sancionó la ley de contribución sobre la renta; se organizó la administración de las aduanas; se favoreció el comercio de importación por los medios que aconsejaba una prudente y sabia economía en un país nuevo, despoblado y sin industrias.”
Es imperioso estudiar con celo nuestra historia y reparar los errores cometidos en la apreciación de su pasado. Si lo hacemos, como dijo Esteban Echeverría: ¿Dónde irían a parar, entonces, todas esas reputaciones tradicionales; todos esos grandes hombres raquíticos; todos esos pigmeos que la ignorancia y la vanidad han hecho colosos?
Este es el caso de la figura del doctor Manuel José García, a quien algunos historiadores lo recuerdan, sin la profundidad debida, solo por dos misiones diplomáticas que lo tuvieron como protagonista. Una ordenada por el Director Supremo Carlos María de Alvear y la otra por el Presidente Bernardino Rivadavia. Lo cierto, es que fue una de las personalidades más influyentes de la “Generación de Chuquisaca”. Nunca se identificó con ninguno de los partidos dominantes, ante todo le preocupaba la organización institucional y el futuro de la bendita tierra que lo vio nacer. Olvidan su dilatada carrera al servicio de nuestra Nación, que lo tuvo como actor principal por más de treinta años, en forma consecutiva, lapso que, por su vastedad y su saber, llevaron a Carlos Federico Ibarguren414 a calificarlo como: “El Talleyrand de América”, aunque debo decir que a diferencia de aquel insigne diplomático francés, el “Talleyrand” argentino era un hombre de sólidos principios éticos y morales, heredero de la condición de hidalgo que le legaron sus antepasados[4].
Lestard, Gastón H. [5] “Fue el ministro de la simplificación, la claridad y la publicación de la gestión financiera. El del saneamiento monetario y la conversión de los billetes circulantes, verdadera obsesión del gobernante. La personalidad y la obra del doctor Manuel José García, como hacendista, como hombre de acción y de gobierno, como organizador y director, verdadero precursor en el campo de las finanzas y la economía pública argentina, no ha sido estudiada con la extensión ni la profundidad debida. Si se considera la trascendencia extraordinaria de sus iniciativas y la repercusión que sus acciones tuvieron en la orga- nización administrativa y financiera del país”.
El ex ministro de hacienda, doctor José A. Terry dijo del doctor Manuel José García, que fue: “el obrero infatigable y el ilustrado fundador de nuestro organismo financiero y que así como la guerra tenía sus héroes, San Martín y Belgrano, las finanzas tenían también el suyo, en la persona del Ministro García.” En algunas oportunidades, en el ejercicio de su cargo, tuvo que desempeñarse, en forma interina por delegación de su titular, como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, cargo que desempeñó conjuntamente con el Ministro Bernardino Rivadavia.
Alejandro
Shaw[6] “No podÍa
dejar de evocarse la ilustre figura de un gran servidor del Estado, poco o mal
conocido. Algunos solo lo recuerdan por
su proyecto de tratado de paz con el Emperador del Brasil y por haber exilado a
Rivadavia en 1834. Lo uno y lo otro tienen su explicación y en nada empañan su
obra de organizador de nuestras finanzas, ni le restan mérito a sus multiples
iniciativas progresistas”.
José María Mariluz Urquijo[7] “Manuel José García es uno de los hombres más sutiles de su generación, de los más lúcidos para percibir la realidad bajo el ropaje de los mitos, de los más animosos para enfrentar los problemas sin soslayarlos ni enmascararlos, de los más audaces para buscar remedios drásticos. Con su suavidad de hombre de salón, habituado a los placeres tranquilos de la lectura y la conversación, no tiene empacho en recomendar soluciones violentas que otros, aparentemente más enérgicos, hubieran desechado por razones de conciencia. Sus convicciones políticas tienen la laxitud su- ficiente como para permitirle gran flexibilidad de movimientos. La perse- verancia y oportunidad con que García expone sus ideas dan testimonio de su deseo de que fueran aceptadas como solución para el problema político del Río de la Plata.
Juan Carlos Nicolau autor de la biografía sobre Manuel José García,[8] nos dice: “La labor de García al frente de la hacienda pública fue fundamental para la consolidación de la política de Buenos Aires, entre los años 30 y 32. Merced a sus acertadas soluciones económicas, facilitó a Rosas la posibilidad de organizar los ejércitos que le darían hegemonía sobre la provincia bonaerense, financiando, además, a las fuerzas militares de López y Quiroga, en su lucha contra el manco Paz. Ahí están los números que hablan de esa ayuda y las cartas de los protagonistas reclamando los fondos prometidos. Esa política de ayuda al interior va a permitir a los porteños mantener el control de su aduana, negándose a compartir su usufructo, como lo pretendió el correntino Ferré, al discutir el luego denominado pacto del Litoral.”
[1] Carta de Manuel José García,
citada por Manuel Bilbao. Historia de Rozas, página 284.
[2] Lestard, Gastón. “Manuel José García. Precursor de los economistas
argentinos y Primer Ministro de Hacienda de la Independencia”, Diario “La
Nación” de Buenos Aires, domingo 4 de diciembre de 1937.
[3] López, Vicente Fidel. “Historia de la República Argentina”. 4ª. edición
Tomo IX, página 79. Editorial Sopena.
[4] Manuel Rafael García-Mansilla. Los García-Mansilla y Zavalía. Editorial
Virtudes. Salta, Argentina. Año 2020.
[5] “Historia de la evolución económica Argentina”, Librería y Editorial “La Facultad”, Buenos Aires, año 1937.
[6] Alejandro Shaw. Manuel José
García. Un financista en los días turbulentos desde 1813 hasta Rosas.
[7] José María Mariluz Urquijo. Académico decano - Academia Nacional de la
Historia de la República Argentina. Su libro: Manuel José García. Un eco de
Benjamin Constant en el Plata.
[8] Juan Carlos Nicolau. “Manuel
José García” 1784-1848 Política y diplomacia en el Río de la Plata. El conflicto
con el imperio del Brasil. Colección Histórica.
Librería-Editorial HISTÓRICA. Emilio J. Perrot. Buenos Aires. Año 2008.
El historiador Adolfo
Saldías[1],
lo definió de esta forma: “Patriota austero y abnegado, de estirpe que se va perdiendo, de
aquellos que profesan la idea de que el ciudadano es un instrumento de
bienestar y de la libertad al cual la madre común constantemente reclama, ha
servido a la República durante más de un cuarto de siglo, en los altos puestos
de la diplomacia adonde lo llevaron sus aptitudes, sus talentos y su
ilustradísima competencia. Ha sido Secretario de la legación y Ministro
Plenipotenciario en los Estados Unidos, amigo de Horace Mann y de Ulyses Samuel
Grant[2];
Ministro de Inglaterra, amigo de Benjamín Disraeli[3]
y de William Ewart Gladstone[4]
Fue árbitro entre naciones, y era sin
disputa el personaje más conspicuo del Cuerpo Diplomático Argentino”.
“Era un principista severo. Político de vistas
esencialmente orgánicas y trascendentales y , por esto mismo, poco
familiarizado con las evoluciones de nuestras facciones militantes, ni
participó jamás de las grandes ventajas inmediatas que se ofrecen y ofrecen los
que sacrifican hasta la libertad de los hijos en holocausto a las pasiones
estrechas que los convierten en vencedores de un día; ni olvidó un momento a su
patria, consagrándole sus mejores ideas y conatos en libros y trabajos que
mañana agradecerán, no los que quedan con las grandes responsabilidades de sus
yerros, sino los que entren en la vida con verdadera ansia de honradez y
austeridad republicana”.
“Era ante
todo un pensador, que estudiaba con infatigable anhelo el cuerpo social en el
que él mismo se había desenvuelto, y los medios de mejorarlo con las
experiencia acreditadas que había recogida en una vida de observación y de
labor fecundas”.
Yo en mi libro expresé:[5]
"Uno de los precursores de la diplomacia argentina.
Poseía la perfección de un aristócrata, elegante, de buen tono, asombraba por
su sencillez y la armonía de sus formas. Sirvió a su país con honra durante
medio siglo, representándolo ante las más grandes potencias de la época.
Conocedor de su destino, despreció la gloria efímera y sin menoscabo prefirió
concretar algunos de los sueños de los presidentes Santiago Derqui, Bartolomé
Mitre, Domingo
Faustino Sarmiento y Nicolás
Avellaneda. Fue el precursor de la implementación de la justicia
federal argentina; el mentor de la edición del Código Civil de 1870; el gestor
del proyecto educativo argentino inspirado en los EE.UU y el vigía prudente y
celoso de la construcción de nuestra primera flota de mar, entre muchos
otros emprendimientos.
[1]
CIVILIA, publicado en Buenos
Aires por Félix Lajouane, Editor en el año 1888.
[2]
Ulysses Samuel Grant, nació en
Point
Pleasant, Ohio y murió el 27 de abril de 1822 Wilton, Nueva York, 23 de julio de 1885). Militar y político estadounidense que se desempeñó como el 18º presidente de los Estados Unidos -1869-1877- Con
anterioridad a ser electo presidente, lideró el Ejército
de la Unión entre los
años 1864 y 1865 como comandante general del , hasta el final de la guerra de Secesión, durante la presidencia de Abraham Lincoln.. Al
asumir la presidencia, trabajó con los republicanos radicales durante la Reconstrucción de la Unión mientras
lidiaba con la corrupción en su administración.
[3]
Benjamin Disraeli, nació en Londres, 21 de diciembre de 1804 y murió en Curzon Street, Londres, 19 de abril de 1881. Conocido también como conde de Beaconsfield o lord
Beaconsfield. Fue un político, escritor y aristócrata británico, que ejerció dos veces como primer
ministro del Reino Unido y tres veces ministro de Hacienda del Reino Unido.
Fue uno de los más destacados políticos del Reino Unido, que formaba parte de la corriente conservadora de
los Tories, de la cual fue uno de los más notorios líderes.
[4]
William Ewart Gladstone, nació
en Liverpool, 29 de diciembre de 1809 y murió en Hawarden, 19 de mayo de 1898. Fue un político liberal británico. Fue miembro de la Cámara de los Comunes del Reino Unido y con posterioridad
ocupó varios cargos en el gobierno de Su Majestad. Fue el secretario general
del Partido
Liberal en los
periodos de 1866-1875 y 1880-1894, y llegó a ser primer
ministro del Reino Unido en cuatro ocasiones: de 1868 a 1874, de 1880 a 1885, en 1886, y de
1892 a 1894. Fue uno de los estadistas más célebres de la época victoriana, rival de Disraeli, y aún se lo considera uno de
los más importantes primeros ministros que ha tenido el Reino Unido; Winston Churchill lo citaba como inspirador suyo.
[5] Patricio Colombo Murúa y Manuel Rafael García-Mansilla y Zavalía. “Manuel Rafael García Aguirre. Un diplomático argentino que iluminó el siglo XIX” Editorial Virtudes. Salta. Año 2022.
MANUEL JOSÉ GARCÍA-MANSILLA. SU BISNIETO
- El Contraalmirante Atilio Barilari, que habló en nombre del gobierno nacional, dijo entre otras cosas: "El Contralmirante García-Mansilla, factor importante y principal en el número de los que han contribuido a regenerar nuestra marina de guerra, deja una estela luminosa que puede servir de guía a los que están llamados mañana a regir sus destinos, y es por eso que su nombre será por largo tiempo repetido, cada vez que se tenga por delante un problema que resolver sobre su desenvolvimiento futuro, o sobre la aplicación de medios que deban mantenerlo fuerte,
- ilustrado y eficiente
- "Su pericia naval, su competencia técnica, han sido demostradas brillantemente por él en los elevados cargos que ejerciera en la administración y comando de nuestra escuadra"
- Suplemento del Boletín del Centro Naval Nº 827, "En
homenaje a su primer Presidente con
motivo de cumplirse 100 años de su fallecimiento" pág. 29.