miércoles, 8 de febrero de 2023

Manuel Rafael García Aguirre, el vigía prudente y celoso de la construcción de la primera escuadra de guerra de la Armada Argentina.


El 27 de mayo de 1872 fue sancionada por el Parlamento argentino la primera ley de adquisición de armamentos navales, mediante la cual se  autorizaba la compra de "tres buques de guerra encorazados, del sistema más adelantado y más adecuado al servicio en las aguas de la República", para lo cual el entonces Presidente Domingo Faustino Sarmiento dispuso el urgente traslado de Manuel Rafael García Aguirre - quién se desempeñaba como Ministro Plenipotenciario ante los Estados Unidos - en comisión a Londres, para la suscripción de los contratos pertinentes y la posterior supervisión de la construcción de los buques, que tiempo después pasarían a la historia como la Escuadra de Sarmiento.

Ya instalado en la capital del Reino Unido, García Aguirre tomó para sí la dirección técnica de la construcción de los buques, y pese a ser completamente lego en temas navales encaró la tarea con el mayor celo y responsabilidad.

El capitán de navio Hector R. Ratto, en un artículo publicado en el Boletín del Centro Naval Nº 536, correspondiente a los meses de mayo-junio de 1939, nos relata como se llevó a cabo esta misión de tanta importancia para el futuro de la armada argentina.

“Hacia 1873, la situación internacional del país, sin ser mala, despertaba inquietudes. Chile con el visto bueno de Brasil, se manifestaba resuelto a resolver según su tesis el problema posesorio de la Patagonia, mientras los brasileros ocupaban militarmente, apoyados por una fuerte escuadrilla, la isla Argentina del Cerrito en la unión del Paraná con el Paraguay.”


“Ante la situación planteada, que nuestra debilidad naval agravaba, Sarmiento dispuso la construcción en los astilleros ingleses de los primeros buques de nuestra armada: los monitores “El Plata” y “Los Andes”, de alrededor de 1.600 toneladas y cerca de 10 nudos de velocidad y que el Brasil poseía en aguas del Paraguay desde la Guerra de la Triple Alianza contra Francisco Solano López ; las cañoneras “Paraná” y “Uruguay” de alrededor de 600 toneladas; las cuatro bombardas de 400 toneladas "Pilcomayo", "Bermejo", "Constitución" y "República" y la flotilla de lanchas torpederas las cuales, transformadas, prestan aún pacífico servicio en el buque-hospital Río de la Plata.”

“La construcción de esta flota no estuvo a cargo de profesional alguno sino, por el contrario, se puso bajo el control del ministro argentino Manuel Rafael García Aguirre. Por una correspondencia inédita mantenida por este diplomático y el presidente Sarmiento conocemos algunos antecedentes interesantes relativas a las naves                   construidas y la actuación activa y eficaz del talentoso gobernante, quien toma para sí la dirección técnica de las naves construidas, así como participa en las tribulaciones del ministro argentino en Francia e Inglaterra, para que aquéllas no defraudaran las esperanzas de su gobierno y del país.”

“La correspondencia en cuestión nos revela el nombre de los consejeros que actuaron entre Sarmiento y García y hasta donde resultaron convenientes la intromisión de personas irresponsables y extranjeras. En las mismas cartas obran datos sobre la adquisición de materiales para el ejército que simultáneamente se encargaron”

                                                                 Monitor El Plata - 1872

“Los colaboradores fueron: Hunter Davidson, Pierre Gustave Toutant  Beauregard y Tomás Page, ex oficiales, según parece, de la guerra de Secesión americana, a juzgar por este párrafo.” Sobre contratar a Beauregard, francamente, yo no soy de la opinión de H. Davidson. Creo que podemos tener oficiales muy competentes que no sean ex confederados y que no sean exigentes. Pero hay más: no sé si esta aglomeración de “ex Rebels” gustaría a los Estados Unidos” Cita luego a Page, diciendo a continuación que a Davidson hay que tenerlo a rienda corta, añadiendo: “Soy un verdadero cancerbero. Me tiemblan los contratistas, y para los confederados a nuestro servicio soy a rare, severe and fastidious cronial man

Debió nuestro ministro recurrir a los servicios del Almirantazgo inglés en lo referente a los tipos de buque y material. A este respecto escribe: "Mis dudas y trepidaciones sobre lo que debe preferirse son muy fundadas y consultadas con gente competente. Los oficiales del Almirantazgo de Su Majestad Británica y los Departamentos de Artillería no han podido tratarme mejor. Lea las tiras adjuntas sobre los acorazados; nada de buques grandes y muy pesados de coraza. Esto me aconsejan: me recomiendan buques pequeños con grandes cañones que sirvan como baterías flotantes y de fácil traslación de un punto a otro. He estado tan atareado con el contrato por el buque torpedo y con la remisión de las cañoneras, que no he podido consagrarme a nuevos buques"

En esta misma carta, escrita en París, que lleva fecha 23 de abril de 1874, añade el doctor García:

“Acabo de llegar de Inglaterra y me vuelvo a despachar las cañoneras; verlas en la última prueba, entregarlas por inventario, asegurarlas, etc., dar mis últimas instrucciones y ahorrar cuanta plata se pueda en esto. Los diarios de ese país anuncian la llegada de los acorazados. Los monitores salen sólo en setiembre y octubre.” 

                                                                   Monitor Los Andes -1875

"Aludiendo al superior poder naval de Chile en el Atlántico y la imposibilidad de medirse con ellos, estampa esta lisonjera confidencia: "Harto hará usted en dejar pronto un sistema defensivo basado en fortificaciones y torpedos. Los que vengan harán lo demás", agregando en una postdata: "conviene mandar oficiales para estudiar los torpedos, para no estar a merced de extranjeros que hagan los imprescindibles"

En otra carta posterior, fechada en Birkenhead el 8 de mayo, García le confía a su amigo presidente:

“Aquí me tiene usted de contralmirante, sobrestante y “pagante” en medio de un infierno de martillazos y hierros candentes; trepando por andamios y penetrando como ratón por conductos estrechos para ver cómo va la marina; activase las salidas de las cañoneras para el 15 del corriente; harán la salva el 9 de julio. Dios mediante, en la rada anterior de Buenos Aires.”

Días después, en una nueva comunicación fechada en Boulogne – siempre dirigidas al presidente – y al aludir a un “diagrama de los efectos de la artillería”, le hace una confesión paternal.

“El dibujo en diagrama es de mi hijo que está entusiasmado por servir en la Armada. Yo le hago estudiar para que pueda ser oficial, o mejor, ingeniero en la Armada.”


                                                               Cañoñera Paraná - 1872
                                                                                        
"Este joven, que además de asistir a la construcción de las primeras naves secundaba a su padre como dibujante de la comisión copiando diagramas y ábacos y sacando croquis de distintas naves, sería con el tiempo , una figura destacada de nuestra moderna marina: el contralmirante Manuel José García-Mansilla que cursó estudios en la Escuela Naval francesa."

"Sus cartas posteriores hablan de la preocupación por lo mucho que se gasta y "de lo que costará tener ejército y marina reglamentada con nuestra oficialidad y tropa" ; de lo que cuestan los torpedos; de los descuentos que él obtiene de constructores y de las comisiones que no permite beneficien a los que están a las órdenes del gobierno"

"Yo soy un león con Davidson. Sé que es duro de boca, pero también sé como contenerle. No he de consentir -escribe- a él ni a nadie que me saquen un centavo más de lo preciso"

"En otra comunicación, la del 3 de agosto, dice a Sarmiento el ministro y jefe de la comisión naval: "Me voy a Londres a arreglar los contratos de los nuevos buques; a preparar la salida de los resguardos y hacer los contratos para materiales de combate. A fin de este mes se lanza al agua el primer monitor; el segundo, a fines de septiembre. Espero con curiosidad noticias de las llegadas de las cañoneras"

Cartas subsiguientes anuncian el envío para el presidente y el ministro de dos cuadros de las cañoneras, que se encuentran en nuestro Museo Naval, con otras fotografías que la casa Laird Brothers, constructora de las naves, remite a los ministros y al doctor Dalmacio Vélez Sarfield. En una de ellas comenta los disparates que los diarios sudamericanos escriben sobre la artillería de las cañoneras, y al referise a ellas, exclama: “Ojala las cuiden nuestros marinos”. Este deseo ha sido más que satisfecho, como que una de ellas, la valiente "Uruguay" está a flote como museo en Puerto Madero, en la ciudad de Buenos Aires.

                                                                ARA. Uruguay-1874

Se ocupa de otros temas, como por ejemplo del personal, expresando: " Necesitamos contratar marinos para la escuadrilla, que precisa de todo, empezando por disciplina, y que ustedes indiquen las necesidades de aumentar los sueldos. Los ingenieros deben ser considerados como oficiales. Amistosamente le indico que allá, eso no se considera así, y que de esos hombre depende la conservación de los buques en parte valiosísima: la máquina. Un nuevo reglamento de marina es de primera necesidad e importancia los mismo que la inspección de víveres y pertrechos, que cuestan muchos millones."

"Dé usted traslado y autos a mi sucesor en calidad de urgente. La reforma administrativa del ejército y de la naciente marina es de suma necesidad. En esto como en muchas cosas, estamos muy gauchos. Tener buques y buen armamento sin gente que lo entienda y atienda, es inútil......"

"La última carta en que el ministro García informa a Sarmiento, es de fecha 18 de octubre, seis días después de la entrega del mando de éste a su sucesor, el doctor Nicolás Avellaneda. En ella le dice que él ha terminado su profesión anfibia, felicitándolo por la entrega del mando, luego de haber “hecho mucho por la Patria”, y sugiriéndole la urgencia de cifrar los telegramas con clave propia, pues los telegramas oficiales, servicio inaugurado en agosto de ese año 1874, se hacían con la Mercantil Bank."

"Tales los datos que, con la discreción que el lector imagina, hemos tomado un poco al azar, de la correspondencia del ministro García, sucesor de Ramsay en la jefatura de nuestra Comisión Naval en Londres, la cual, como la de Italia, en tantas oportunidades, ha jugado un papel importante para el futuro de la marina, ya que el factor material ha sido, es y será una de las preocupaciones inherentes a marcha progresiva de la institución."

                                                        Acorazado Almirante Brown -1884

Con el andar del tiempo y ya designado ministro argentino en Londres, encargaron a Manuel Rafael García Aguirre, la construcción de nuestro primer acorazado de alguna importancia, el "Almirante Brown" Esto acaecía en el año 1884. 

miércoles, 18 de enero de 2023

Coronel Manuel José García-Mansilla. “Arquetipo de militar honorable, padre de familia ejemplar, hombre común pleno de valores éticos y morales y ciudadano respetuoso de la ley y el orden”

Manuel José García-Mansilla
1918-1986
Nació en 1918. Se educó en su patria chica amada, la provincia de Corrientes. Ingresó en el Colegio Militar de la Nación en 1936 y egresó en el año 1939. Prestó servicios en diferentes unidades del arma de caballería, pero la que perduró con más fuerza en su corazón fue el Regimiento 7 de Caballería ubicado en Chajarí, Provincia de Entre Ríos, donde fue destinado como Jefe de Escuadrón y como Jefe de Regimiento. Formó junto a Esther Josefina de Zavalía una gran familia y tuvieron catorce hijos. Pasó a retiro en el año 1960 para posteriormente brindar sus mejores dones a la educación pública y a la formación de jóvenes. Sin perjuicio de su actividad pública, en la actividad privada generó emprendimientos que fueron el carácter de pioneros, como el caso del turismo de estancias o la forestación de especies de rápido crecimiento como el “kiri”, que brindan madera muy apta para uso industrial. Falleció tempranamente a la edad de 68 años en 1986.

No me anima el deseo de escribir una cronología sobre su vida, solo quiero recordarlo como lo que en esencia era: “Un arquetipo de lo que debe ser un militar, un padre de familia ejemplar, un hombre común pleno de valores éticos y morales y un ciudadano respetuoso de la ley y el orden.”

Difícil misión, la de pretender escribir una semblanza sobre mi amado padre. La objetividad condición esencial para poder emitir un juicio sobre una persona con un mínimo de fundamento, se desdibuja y se pierde al pensar en él. Una rara sensación de ternura, invade mi espíritu.

Parece increíble, verdad? No es probablemente lo que se espera escuchar de un hijo al evocar la figura paterna perdida. Quizás debiera recordar a un hombre con autoridad y firmeza, aquel que me daba la fuerza que no tenía, el que me transmitía el coraje que me faltaba, quién me brindaba el consejo certero al perder el rumbo debido, el que estaba a mi lado en la desesperanza, el que me ayudaba a levantarme al verme caído, en suma, todo lo que implica ser el tronco fuerte y añoso de un árbol frondoso que dio mucho fruto, y que estoy seguro perdurará en el tiempo y hará imperecedera su memoria.

Sin embargo, pese a que me brindó todo eso y mucho más y que fue para todos, un hito para alcanzar, un camino a seguir, un ejemplo a emular, era esencialmente un hombre sencillo lleno de vida, que generaba en sus hijos, sincero y puro amor filial.

El día de su casamiento 25-07-1942 en la Basílica
de Nuestra Señora de la Merced de Buenos Aires.
Podemos ver más atrás en medio de ellos
a nuestro querido tío bisabuelo
Daniel García-Mansilla
que fue padrino de casamiento
Con los años, aprendí que personas como él no mueren. Viven eternamente en el corazón de quienes vivieron a su lado. Está presente cada día en nuestra mente y de nosotros depende que no muera. Su mujer, sus hijos, nietos y bisnietos lo recuerdan a diario y valoran el significado que tuvo en nuestras vidas.

Por eso estoy seguro que jamás lo alcanzará la verdadera de las muertes, que no es otra que el olvido.

Era en esencia, una persona simple, sin vueltas. Un hombre de creencias firmes y de una gran rectitud en su conducta de vida. Su honradez era la de un perfecto caballero. Poseía un gran carisma personal y en el trato con las personas agradaba a sus interlocutores. Cristiano convencido, hombre muy culto, gran lector, amante de la historia y las ciencias ocultas y por sobre todas las cosas un apasionado por su carrera militar a la que siempre le brindo sus mejores dones.

Como cristiano, sostenía como doctrina, la de un humanismo amplio y comprensivo, que era para él, la señal auténtica del verdadero cristianismo. Ya sabemos que en nuestra religión católica, hay diversas corrientes teológicas. Unas, más pesimistas, que destacan el pecado, la concupiscencia, la corrupción del mundo; otras más optimistas, que atienden a la gracia y a ese yo íntimo del hombre en el que se descubre fácilmente, como dice Tertuliano, un “alma naturalmente cristiana”. A mi juicio nuestro padre, siempre militó a favor de una Teología optimista del universo. Para él el Dios creador y Salvador se interesa ardientemente en la suerte total del hombre. Tiene cuidado no solamente en su porvenir eterno, sino también en su destino temporal.

Los caballos fueron su gran pasión.
Era un gran jinete y muy buen jugador de polo.
Dedicó buena parte de su vida a
fomentar la cría del ganado equino.
Cual caballero cruzado, se empeño con coraje y perseverancia en la lucha por dos instituciones que consideraba primordiales en la vida del hombre: “La Familia” y el “Matrimonio” Afirmaba, que en muchos hogares, la familia se hallaba en plena decadencia y que era imperioso restaurar sus valores cuanto antes. Estaba persuadido que la obligación de cada familia era tomar conciencia por si misma de la fuerza que representa en el devenir de una nación. Que era necesario persuadir a las autoridades nacionales, sobre la necesidad de reconstruir la Nación basándose en la familia, instaurando una política familiar.

Esto significa en los hechos, el reconocimiento constitucional de la familia como realidad social e institución jurídica; lo que naturalmente trae como consecuencia su representación en los ámbitos del Estado.

En cuanto al matrimonio, suscribía en su totalidad el pensamiento de León XIII, quién afirmaba: “La fuente y el origen de la familia y de toda la sociedad humana, se encuentran en el matrimonio. Si se considera su fin, Dios ha querido poner en él las fuentes más fecundas del bien y de la salud pública”. Para nuestro padre, el matrimonio era un sacramento, un canal de la gracia, un providencial camino de perfección. En todas sus charlas a matrimonios jóvenes, invitaba siempre a los esposos a tomar ese camino. Les pedía trataran de buscar su santificación y el contento de Dios, no fuera del matrimonio, sino dentro de él.

La educación de los hijos lo desvelaba. Con el tiempo y la experiencia que adquirió como padre, fue cambiando su forma de educar. En un principio se basó, en la educación recibida de sus abuelos, mas inspirada en una disciplina estrecha o un respeto excesivo a los padres. Posteriormente comprendió, que ello era un impedimento para que nazca la necesaria confianza entre padres e hijos, condición indispensable para una buena educación.

Entendía que era imprescindible que los padres se esfuercen en merecer la confianza de sus hijos, los jóvenes expresaba, solo confían en aquellos por quienes sientan un calor comunicativo, un alma que pueda vibrar al unísono con la suya.

No hay que temer en prodigar a los hijos, desde niños, señales exteriores de ternura; ni abandonarlos al cuidado de personas extrañas; hay que escuchar sus expansiones espontáneas por mas intrascendentes que parezcan, aún cuando, por estar ocupados en un trabajo importante, nos viésemos tentados a hacerlos callar; hay que provocar y animar las confidencias; tomar siempre en serio a nuestros hijos y no reírnos nunca de sus preocupaciones. “Jamás un hijo ha de tener la impresión que es un obstáculo en nuestra vida“

El deporte, debe tener un lugar de importancia en la educación, me confiaba. Una buena orientación en tal sentido, evita la inacción o el ocio, improductivo, especialmente en las familias de menores recursos. Inspirado en esta premisa, fue el mentor de una magnífico emprendimiento educativo denominado: “Organización Deportiva Juvenil” que pudo concretar, durante la gestión del Capitán de Navío Recaredo Vázquez como Jefe de la Policía Federal Argentina, durante la presidencia del Dr. Arturo Frondizi.



El polo fue una de sus pasiones. Llegó a jugar en las finales en Palermo
y alcanzó seis goles de handicap.


Desde muy temprana edad demostró su vocación: Ser oficial del Ejército Argentino y dentro de sus cuadros formar parte de la gloriosa caballería argentina como muchos de sus ancestros. Porque eligió la carrera de las armas y dentro de ella el arma de caballería? No fue el azar o los genes lo que lo decidieron, por el contrario fue una decisión que fue madurando desde niño a la luz del significado que para él tenía la condición de soldado.

A lo largo de toda su carrera dio muestras de poseer todas las virtudes que deben adornar a un militar honorable. La lealtad, el honor, el cumplimiento del deber, el respeto y subordinación a sus superiores en el marco de la Constitución Nacional y las leyes y el culto por las más puras tradiciones castrenses. Todas premisas que fueron una constante en su conducta diaria. Quizás, exagerado en aquello de dar permanentemente el ejemplo, jamás se permitía una flaqueza.


Ejercía el mando con una naturalidad sorprendente. Muchos creen que mandar es dar órdenes o que quiénes reciben las mismas obedezcan sin pensar. Nada más lejos de la realidad. Mandar no es ejercitar a una tropa para que la misma se subordine a un superior jerárquico sin razonar. Mandar es dar ejemplo constantemente y llegar a conocer el alma de cada soldado, solo a partir de esa premisa se logra la adhesión consiente de quién recibe una orden, porque el subordinado sabe que la misma fue dada por un superior con autoridad moral para ordenar.

Mi padre, muchas veces me manifestó que el ejercicio del mando implica primordialmente imaginar los acontecimientos por venir, idear soluciones para encaminar las metas del mejor modo, prever alternativas que nos ofrezcan la mejor solución del problema, materializar una táctica adecuada para obtener el fin que uno se propone y por último, como consecuencia de todo aquello, conducir la acción y supervisar y vigilar el cumplimiento de la misma. Toda una definición para cualquiera que pretenda conducir con éxito una empresa de cualquier tipo.

Mandar concluía, es educar, organizar, instruir y gobernar a tus subordinados para que a partir de ese conocimiento y de la autoridad moral que emane de tus actos y de tu persona, permitan una ejecución rápida pero inteligente de tus órdenes.

Su tropa, lo quería sinceramente, porque era un hombre justo, jamás permitió que ningún oficial a su mando se excediera con sus subordinados.

Conseguía que sus hombres – como le gustaba denominarlos – trabajaran en una atmósfera de confianza y mutuo respeto. Sabía inculcarles con verdadera inteligencia, sus deberes y sus derechos. No lo respetaban porque ostentaba un grado superior, le obedecían porque sabían que tenían frente a ellos a un jefe que daba ejemplo, que conocía su oficio y que poseía un carácter que expresaba su verdadera personalidad.

Era noble y bondadoso, virtudes que no confundía con la debilidad, o la indulgencia. Enérgico cuando era necesario, poseía una voluntad persistente cuando se trataba de defender sus ideales. Entereza ante la adversidad, constancia, fortaleza. Era austero.

Todas estas cualidades le llevaron a desarrollar un sentimiento de responsabilidad que lo obligaba a dar permanentemente el ejemplo.

Entendía que los soldados que hacían el servicio militar debían formarse como ciudadanos, para que el día de mañana tanto en la guerra como en la paz le prestaran un servicio a su patria. Luchaba con denuedo con quienes creían que los soldados eran meros asistentes de oficiales o suboficiales. Nunca les ordenó tareas que pudieran herirlos en su dignidad.

Al hablar de su carácter, puedo afirmar, que tenía un gran temperamento. A veces, me atrevo a decir, que era un poco petulante, quizás arrogante, pero sabía defender sus ideas con sapiencia, fuerza y elocuencia. No era avasallador, ni pretendía imponer sus ideas compulsivamente, por el contrario era un hombre seguro de sí mismo, que no denotaba flaqueza, que expresaba sus puntos de vista, dominando el arte de la dialéctica. Sobre determinados temas, esencialmente aquellos referidos a los valores morales o virtudes que deben adornar a todo hombre de bien, era inflexible.

Una de sus lecturas preferidas era Gilbert K. Chesterton y lo recordaba en sus conversaciones diciendo: “De poco valen las ciencias y las artes si no sirven para hacer más virtuosos a los hombres”.

Su vida siempre estuvo adornada por esas virtudes que anhelaba, pero era una persona como cualquiera de nosotros. Hoy al evocarlo yo prefiero recordarlo como un ser humano que tenía defectos y que en su afán por ser mejor cada día, aquellas predominaban sobre los vicios. Así era mi padre.















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