El valle de Soba sigue siendo una región un tanto aislada y con poca densidad de población, lo que supone que su aspecto ha cambiado poco con respecto al que debía tener hace tres o cuatro siglos y ha conservado de esta forma todo su atractivo y belleza natural. Recibe su nombre del río Gándara, que nace en las proximidades del pueblo de La Gándara, surgiendo a 950 m. de altitud en una formación cárstica y al que antiguamente llamaban Soba. Rápidamente adquieren sus aguas la considerable fuerza que le proporcionan los más de 700 m. de desnivel que existen entre su nacimiento y su paso por el Puente el Casto, por donde atraviesa el camino para llegar a Rozas. El Gándara recibe más adelante el tributo del río Calera, para convertirse a su vez en tributario del río Asón.
El Asón, el otro gran río sobano, que recibe su nombre de la cercana población en la que tenían sus casas blasonadas los García del Hoyo, surge con un salto de agua vertical de unos 70 metros de altura que, especialmente en los meses de deshielo, crean un entorno natural de singular belleza. Después de recibir las aguas de su hermano el Gándara, recibirá también las del Carranza antes de morir en el Cantábrico, entre las villas pesqueras de Santoña y Laredo.
Desde la cercana ciudad de Ramales de la Victoria –cuyo nombre se debe a la victoria que obtuvo allí el General Espartero sobre las tropas del General Maroto y que precipitaron el fin de la primera guerra carlista-, en dirección hacia la meseta y muy próximo a la Cueva de Covalanas –con manifestaciones rupestres y patrimonio de la humanidad-, se encuentra el desvío que nos dirige hacia Soba. Es una carretera sinuosa, cubierta de vegetación, que discurre entre la ladera del monte y el río Gándara. Unos kilómetros más adelante, desviándonos a la derecha, un puente de piedra, llamado antiguamente Puente el Casto, cruza el río Gándara para subir vertiginosamente la falda de la Sierra de Rozas y dirigirnos, por una pista llena de revueltas, en dirección a los picos San Vicente (957m.) y Manzaneda (931m.) hasta llegar al pueblo de Rozas.
El valle está compuesto de pequeñas poblaciones con sus respectivos villorrios que en Cantabria llaman barrios, con construcciones no muy numerosas, constituyendo entre sus veintisiete poblaciones un único municipio en el que, según datos de 2012, vive el 0,22% de los habitantes de Cantabria, lo que equivale a 1319 almas. Estos números actuales difieren mucho de los de épocas pasadas de mayor actividad en el valle, en el que vivían 4787 habitantes en el año 1822, 4389 lo habitaban en el año 1910 y 4552 personas vivían en él en 1930.
De las poblaciones que conforman el valle, Rozas es, con 103 habitantes la más importante, y lo era también en épocas pretéritas, aunque es claro el descenso que ha venido sufriendo en su población, ya que en 1930 lo habitaban 411 almas. En 1752 la población arrojaba un censo 56 vecinos y 9 viudas, teniendo en cuenta que por vecinos se entendía a los cabeza de familia, podemos estimar una población de alrededor de 250 personas. El Catastro de Ensenada decía en 1752 que “en esta Poblazion con sus varrios, y Caserias hay quarenta y siete casas havitables. Seis que nose avitan por falta de avitadores...”
Retablo de la iglesia de San Miguel de Rozas
El 25 de noviembre de 1752, de las manifestaciones que figuran en el Catastro del marqués de la Ensenada, los vecinos de Rozas aseguraron que dicha población era “de Realengo, y no de Señorio, no de Abadengo”, aunque aclaran también que el duque de Frías poseía “el derecho y regalía” en todo el valle de Soba, de nombrar los corregidores, escribanos y alguaciles que debían ejercer la justicia ordinaria, civil y criminal, teniendo la obligación de mantener a sus expensas “el Torreon que sirve de Carzel, sin que tenga otro señorio, ningun vasallage, ni por esto perziba derechos algunos”.
Mencionan que no existía en aquella época ningún tipo de industria pues “no ay ninguna mina, salinas, molinos arineros, ni de papel, batanes, ni otros artefactos deningun metal, y solo una Herreria en el termino que llaman Puente el Casto distante del Pueblo un quarto de Legua, y en el Rio mayor de este valle, y peteneze adho Dn Gaspar de Rozas en la que haze mas de diez y seis años, que no se ha Fabricado Fierro por estar arruynada...”
Casa solariega de la familia Ortiz de Rozas
Sus vecinos eran todos labradores, y pese a que se manifiesta claramente que eran “todos sus vezinos, y avitadores del Estado Noble” y de que “no ay persona alguna que se ocupe en ningun Arte Mecanico”, y que en dicha población “no ay ningun Jornalero del Campo por vivir todos sus avitadores del ofizio puramente de Labradores”, sólo vivían sin trabajo personal “Dn Franco Garzia del Oyo, Dn Joseph Ezquerra, y Dn Joseph Saenz delos Terreros que se mantienen sin travaxo personal delo que les produze las Haziendas de sus Patrimonios”.