martes, 28 de febrero de 2012

El general Bertrand Ract-Madoux, quinto nieto del benemérito general del Ejército Argentino, don Lucio Norberto Mansilla, asumió el pasado 1º de septiembre de 2011 como máxima autoridad del Ejército Francés.


Una mañana del 20 de noviembre de 1845, un general argentino, don Lucio Norberto Mansilla, comandaba las tropas de la Confederación Argentina, entonces gobernada por el Brigadier General don Juan Manuel de Rosas, para enfrentar a la escuadra anglo-francesa, en la “Batalla de la Vuelta de Obligado”, hoy denominada “Batalla de la Soberanía”. 

Hoy, transcurridos 166 años de aquel hecho de armas, un general francés de cinco estrellas, asume como Jefe del Estado Mayor del Ejército de la República de Francia.

Que tienen en común estos dos hechos de la historia de ambos países?

Que el futuro comandante del ejército francés es quinto nieto del general Lucio Norberto Mansilla, prócer benemérito de la República Argentina.

Es increíble como la vida de los hombres y el devenir de los pueblos nos deparan estas magníficas historias de vida.

No dudamos que nuestro heroico general argentino, estaría orgulloso, al ver que su estirpe continúa el camino virtuoso que con tanto esmero inculcó a sus hijos y perduró en su descendencia, y que estaría muy feliz al comprobar que el camino del desencuentro terminó y que ambos países hoy están hermanados por ideales comunes.

Como vemos en Argentina o en Francia, los valores inculcados en la formación de una familia dieron y darán sus frutos y todos aquellos que sepan honrar los legados recibidos están llamados a desempeñar roles trascendentes donde quiera que se desempeñen en la vida.

El futuro general de cinco estrellas Bertrand-Regis-Marie-Dominique Ract Madoux, es hijo de Claude Louis Marie Robert Ract-Madoux y de Guillemette Tabard Bourgois. Nieto de Etienne Nicolás George Tabard y Antoinette Louise Eda Bourgois Marrier de Lagatinerie. Bisnieto de Henry Marie Bourgois y Guillemette Marrier de Lagatinerie García-Mansilla. Tataranieto de Charles Jules Michel Marrier de Lagatinerie y Eduarda Manuela Agustina Nicolasa García-Mansilla. Chozno de Manuel Rafael García Aguirre y Eduarda Mansilla Ortiz de Rozas. Quinto nieto de Agustina Martina Dominga Ortiz de Rozas – hermana menor de Juan Manuel de Rosas - y el general Lucio Norberto Mansilla Bravo de Oliva.

Fue nombrado el pasado 22 de junio por el Consejo de Ministros de Francia para desempeñarse como Jefe del Estado Mayor del Ejército Francés y asumirá su cargo el próximo 1º de septiembre , en reemplazo del general Elrick Irastorza, quién ocupa el cargo desde el mes de julio de 2008.

Nacido en 1953, el general Bertrand Ract-Madoux, de cincuenta y ocho años de edad es hijo de un oficial de caballería, se graduó en la prestigiosa Academia Militar de Saint-Cyr Coëtquidan. Esta escuela militar, fue creada por la ley del 11 de floréal del año X - que corresponde al 1 de abril de 1802 - por orden de Napoleón Bonaparte y su divisa es: "Ils s'instruisent pour vaincre" ; "Se instruyen para vencer".

En 1975, al egresar como oficial eligió el arma de caballería blindada y fue destinado al 8ª Regimiento de Húsares en Altkirch. Posteriomente se desempeñó como oficial instructor en la Escuela de Caballería (1975-1979) y fue destinado como Jefe de Escuadrón en Alemania (1982-1984). Se graduó como oficial de Estado Mayor (presupuesto y logística) y pasó a prestar servicios en la Escuela Superior de Guerra.

Al ascender al grado de teniente coronel fue jefe del 2º Regimiento de Cazadores, mas tarde director en el departamento de investigación del Ejército (1990-1995) y en el año 1995 con el grado de coronel comandó el 1º Regimiento de Spahis.

Durante su extensa carrera militar, realizó varias operaciones en el extranjero, en particular en la antigua Yugoslavia y en Costa de Marfíl.

                 Thierry Bussière, Patrice Ract-Madoux - mostrando el Boletin del
              Centro Naval con la imagen del almirante Manuel José García-Mansilla -
Hervé Ract-Madoux, el general Bertrand Ract-Madoux y Manuel Rafael García-Mansilla.
      Château du Plessis,Troyes, Champagne-Ardenne, Francia, 23 de julio de 2011.
Nombrado general fue comandante de la 2ª Brigada Blindada, para desempeñarse posteriormente como jefe de la oficina adjunta de "Estudios y Estrategia Militar " en el Estado Mayor General del Ejército.

Fue designado como Segundo Comandante de la Fuerza Licorne en Costa de Marfil, ( 2003 a 2004 ), y ocupó el cargo de jefe de estrategia e investigación en el Estado Mayor General de la EMA, para finalmente convertirse en el año 2007 en el Jefe de gabinete de la Dirección General de Seguridad Externa (DGSE).


Sus virtudes personales, fruto de una esmerada educación y un esfuerzo constante, su concepto del honor, su acendrado patriotismo, su honradez, su firmeza de carácter, su respeto por los principios republicanos, su abnegación y entereza y su gran espíritu de cuerpo fueron sin duda factores determinantes para que el Ministro de Defensa proponga al Consejo de Ministros a este destacado oficial para desempeñar el cargo de Jefe de Estado Mayor del Ejército Francés.

El General Bertrand Ract-Madoux revista las tropas de tierra del Ejército Francés.


Le deseamos a este querido y distinguido miembro de nuestra familia, 
el mayor de los éxitos en su nuevo destino militar.

Bertrand es un digno representante de nuestra estirpe, que ha sabido cumplir cabalmente el lema familiar:


“PIERDASE TODO SALVESE EL HONOR” 


¡VIVA LA ARGENTINA! ¡VIVA FRANCIA! 








domingo, 19 de febrero de 2012

Lucio V. Mansilla, el dandy nacional.


A los diecisiete años, aprendiz de dandy, Lucio V. Mansilla fue enviado por sus padres a purgar un “pecadillo de cuenta” a la estancia de su tío y padrino Gervasio Rosas. El tío Gervasio era un domador de muchachos contumaces, y aquella estancia sobre el río Salado albergó en sus soledades a no pocos muchachos desterrados, como Bartolomé Mitre, en sus tiempos. El “pecadillo de cuenta” del joven Mansilla fue un primer amor platónico que derivó en un rapto escandaloso. Y aunque en los corrillos de la Buenos Aires de 1849 no se hablaba sino de sus malas inclinaciones, no fueron unos amores que la prudencia no veía con buenos ojos la causa del viaje a la India en el que se embarcó poco después. 

Fue la lectura a hurtadillas de Jean-Jacques Rousseau: “Mi amigo, cuando uno es sobrino de don Juan Manuel de Rosas no lee El Contrato Social , si se ha de quedar en este país; o se va de él, si quiere leerlo con provecho”, le había dicho su padre al descubrirlo leyendo. ( Entre nos. Causeries de los jueves , Lucio V. Mansilla) Dos años más tarde, instalado en Londres luego de haber recorrido Asia, Africa y Europa, recibió la noticia, muy atrasada porque no había telégrafo y eran raros los vapores, de que Urquiza se había sublevado contra Rosas, el hermano de su madre Agustina, “la belleza de la Federación”. Federal y partidario de los caudillos provincianos (como lo nombra –lo bendice– mi padre), la noticia lo desconcertó y decidió regresar a Buenos Aires de sorpresa. Tras pasar por el trámite de la ballenera, el carro, la subida a babucha, se dirigió a la casa paterna. 

La alegría que despertó en su familia fue tal que se mandó decir una misa en la iglesia de San Juan, y poco después comenzaron a arribar fuentes de dulces, cremas y pasteles con el mensaje criollo: “Que cómo está su merced; que se alegra mucho de la llegada del niño, y que aquí le manda esto por ser hecho por ella”. Mientras se dejaba agasajar, Lucio escuchaba las nuevas sobre el avance victorioso del “loco, traidor, salvaje unitario, Urquiza”. Su prima Manuelita y, sobre todo, su prima Catalina Ortiz de Rosas y Almada, con quien se casaría en 1853, lo encontraron muy chic, vestido a la última moda parisiense: sombrero de copa alta puntiagudo, levita muy larga y pantalón estrecho. 

Pero ese aire de dandy afrancesado, del que se envanecía, no ocultaba su naturaleza criolla, de la que también se envanecía: “Era tan criollo como el Chacho”, decía. Por añadidura, su tío Juan Manuel se alegró de que su sobrino no hubiera vuelto “agringado”. 

En su texto “Imagen de Mansilla” Sylvia Molloy se interesó en el dandismo de Mansilla: “Se ha hablado a menudo de su dandismo y es cierto que, en el contexto del 80, es el artífice máximo de su persona: ‘soy el hombre de mi facha y de mi fecha’”. Pero Molloy lo diferencia de los dandis clásicos: “El discurso del dandi es intransigente, es un discurso de veras manco que rechaza todo contacto; en sus textos, en cambio, Mansilla necesita tocar con la vehemencia de quien busca complacer a todo precio”.
Como suscribiendo a Molloy, así se describe Lucio en una fiesta provinciana durante su destierro en Santa Fe en 1856, a los veinticinco años: “Yo me mantenía un tanto apartado, dándome aires: tenía toda la barba, larga la rizada melena, y usaba un gran chambergo con el ala levantada… Mi apostura, mi continente, mi esplendor juvenil…”, explica en sus Causeries , le daban una apariencia de romántico o de poeta. Mucho de romántico tuvo el origen de su exilio, un reto a duelo a José Mármol en el Teatro Argentino por las injurias que éste había proferido contra su familia.

Ya maduro, es descripto por George Brandes (En el Bois de Boulogne ) como un adolescente: “Un verdadero aventurero y un hombre hermosísimo, quien, a pesar de sus cabellos y barba blancos, por su aire marcial y su jovialidad podría ser todavía un peligroso rival para cualquier joven. Es tan hermoso con su prestancia militar, con sus ligeros rasgos de “rastacuére” y con la picardía de sus ojos negros, que hasta su propia satisfacción de su persona física no le está mal”. Ambos están en París, en un almuerzo con la flor y nata . Brandes menciona la palabra “espléndido” y Mansilla le pregunta si estaba hablando sobre él con Robert de Montesquiou, el epítome del dandi, el modelo para el personaje del barón de Charlus de Proust. Al responderle Brandes con una negativa, Mansilla dijo: “¿No? Cuando oigo palabras tales como espléndido o esplendidez, creo siempre que se está hablando de mí.” Brandes concluye: “Y se reía como un niño”. Molloy acuerda con Blandes cuando escribe sobre la escritura en primera persona de Mansilla, ese yo que prefiere mantenerse en la indecisión, “no como un dandi sino como un adolescente”.
  FUENTE: Laura Ramos. Diario "Clarin" Buenos Aires, 28 de agosto de 2011.

domingo, 5 de febrero de 2012

MANUEL JOSÉ GARCÍA Y JUAN MANUEL DE ROSAS


Manuel José García Ferreyra
1784-1834
Los años transcurridos entre 1829 y 1835 tuvieron particular significado en el desarrollo económico de la provincia de Buenos Aires, también lo fueron en el aspecto político e institucional. De estos últimos , en apretada síntesis podría decirse que el poder político detentado de hecho y de derecho por la Honorable Sala de Representantes pasó a manos de una sola persona, Juan Manuel de Rosas, con la suma del poder público; en cuanto a lo institucional , la provincia eludió darse una constitución interna y lo que es más, maniobró para concretar su hegemonía sobre las provincias interiores no aceptando llegar a la formulación de un gobierno nacional que pudiera dar derecho a éstas a participar en el manejo del puerto bonaerense. 

Es sabido que el lapso de seis años en cuestión fue turbulento y la lucha de distintas facciones porteñas llegó a las peores consecuencias con la lucha armada y sin cuartel: no hubo tregua para el enemigo.

A pesar del aparente caos de este período, su estudio desde el punto de vista económico, adquiere coherencia lógica, mostrando el ascenso y consolidación del sector pecuario bonaerense sobre el grupo de comerciantes ligados al comercio exterior. En esta consolidación de la agricultura quedó de lado y aún retrogradó con respecto a los primeros años del veinte, ya que la provincia de Buenos Aires fue importadora de harina de trigo hasta los comienzos de la década del 50.

En la búsqueda de los hechos económicos y su interpretación, la figura de Manuel José García tiene una importancia singular. La influencia de sus ideas será una constante, ya sea en el primer plano del gobierno o entre bastidores. Su retiro en 1834, luego de más de treinta años al servicio de su país de nacimiento, marca el fin de un proceso en el cual se frustraron sus propósitos de unir los intereses de hacendados y comerciantes y dar bases constitucionales a la provincia.

Luego de desempeñarse como ministro de Hacienda con Juan José Viamonte, en su gobierno provisorio, Juan Manuel de Rosas solicita su colaboración para que continúe a cargo de ese ministerio, sin duda porque reconoce sus méritos relevantes para la conducción de los problemas económicos.

La labor de García al frente de la hacienda pública fue fundamental para la consolidación de la política de Buenos Aires entre los años 1830 a 1832. Merced a sus acertadas soluciones económicas, le permitieron a Rosas organizar sus ejércitos, los que le darían la hegemonía sobre la provincia bonaerense, financiando además, a las fuerzas militares de Estanislao López y Facundo Quiroga en su lucha contra José María Paz. Ahí están los números que hablan de esa ayuda y las cartas de los protagonistas reclamando los fondos prometidos. Esa política de ayuda al interior va a permitir a los porteños mantener el control de la aduana, negándose a compartir su usufructo, como lo pretendió el correntino Pedro Ferré, al discutir el luego denominado Pacto Federal.

Al cesar la lucha contra los unitarios después del triunfo de Quiroga en “La Ciudadela” , los hacendados bonaerenses con Rosas a la cabeza tornan a despreocuparse del propósito de unidad nacional para interesarse en la frontera con los indios.

Cuando se vuelve la mirada dejando de lado la lucha de las fracciones políticas surge con nitidez la expansión de los hacendados hacia el sur de la provincia, un propósito que arranca desde el año 1820 en la administración de Martín Rodríguez. Esa expansión alcanza su culminación con la expedición al desierto de Rosas en el año 1833, que recibió el apoyo unánime de la Sala de Representantes. Este hecho no fue fortuito, venía siendo el punto de mira de todos los gobiernos, desde la Junta de 1810, quién ordenó al coronel Pedro Andrés García de Sobrecasa, padre de Manuel José García, primer ministro de Hacienda de la Argentina, realizar su incursión en tierras de indios para lograr acuerdos que permitieran lograr la paz con los caciques. Este bravo montañes, naturalizado argentino en la Asamblea del Año 1813, culmina su actuación en esta tarea en el año 1821, con su expedición hasta la Sierra de la Ventana. 

Juan Manuel de Rosas, nacido
Juan Manuel Ortiz de Rozas
1793-1877
Balcarce, designado gobernador, será incapaz de imponer su autoridad sobre las fracciones del partido federal debido a su falta de energía para ejercer el cargo. El grupo rosista actuante en la Sala lo reduce a la inoperancia al no aprobar los presupuestos de gastos, mientras que las querellas políticas desembocan en la Revolución de los Restauradores, provocando su renuncia.

El general Tomás Guido y Manuel José García repitiendo una acción similar a la ejecutada en 1829, durante el conflicto con Juan Galo de Lavalle, intervienen como mediadores para aplacar a una delegación de la Sala de Representantes. Esta como solución a la crisis vuelve a designar a Juan José Viamonte para desempeñar la gobernación, quién nombra a aquellos como sus ministros.

Manuel José García vuelve al manejo de las finanzas, después de su alejamiento del gobierno en 1832, por su discrepancia con Rosas en torno a la negativa de éste para consolidar la unidad nacional tal como se pone en evidencia a través de la correspondencia entre ambos. Ahora mediante un plan financiero y económico global procura solucionar la seria situación que atraviesa el gobierno bonaerense en este terreno, para lo cual busca conciliar los intereses de los hacendados y comerciantes, pero su gestión fracasa al carecer de apoyo político en la Sala de Representantes, donde se pone en evidencia que aquellos no están dispuestos a ceder sus privilegios económicos.

El retiro de Juan José Viamonte y sus ministros sometiendo su renuncia a la Sala, se resuelve luego con el interinato de Manuel Vicente Maza, que derivó con el nombramiento de Juan Manuel de Rosas con plenas facultades para gobernar. La tozudez de los hechos económicos permiten consolidar el predominio político del grupo ganadero y saladerista por medio de su figura más prominente.

El análisis particular de los factores económicos efectuados en esta investigación en el lapso señalado no tuvo el propósito de estudiar personajes individuales, pero la historia la hacen los hombres. La figura de Manuel José García se impuso por derecho propio debido a su actuación dentro y fuera del gobierno. Criticado por su participación en el arreglo de la paz con el Brasil auspiciado por Bernardino Rivadavia y el partido unitario, quién descargo sobre sus hombros la responsabilidad de la firma de un acuerdo considerado lesivo a los intereses del país, volvió a la actuación pública llamado por Juan Manuel de Rosas, sin que sus contemporáneos le enrostraran en ningún momento esa acción. Esta realidad abre campo a la polémica y a la necesidad de un juicio más serio y desapasionado sobre su labor como economista, político y diplomático.

Cuando Félix de Alzaga amparado en el anonimato acusó a García de otorgar favores a sus amigos, éste reclamo en la Sala de Representantes las pruebas de los cargos lanzados en su contra. Estas no fueron presentadas. Con este episodio terminó la vida pública de García, después de haber comenzado la misma con su participación en las invasiones inglesas.

Al margen de los hombres que actuaron en este lapso, al término del mismo, luego de la agitación política que duró seis meses entre mediados y fines de 1834, Rosas vuelve al ejercicio del poder, ahora sin obstáculos.

La situación económica y financiera del gobierno es deficitaria, pues se ha acumulado una deuda importante debido a la guerra civil, con el interior, a los desórdenes políticos internos de la provincia y a la expansión de la frontera con el indio.

La circunstancia de que el gobierno se encuentre en una situación financiera difícil no significa en absoluto que esto rija para los capitales aplicados a la ganadería. Como dijo José María Roxas y Patrón en su memorándum a la Comisión Representativa de Santa Fé, realizaban “ganancias exorbitantes”, que les permiten ampliar sus actividades pecuarias, aprovechando la demanda extranjera de su producción. Por ese motivo el “gremio de Hacendados” agradece a Juan Manuel de Rosas en mayo de 1835, los servicios prestados asegurando la paz en la frontera y valorizando las tierras.

Este trabajo de investigación histórica ha dejado de lado los aspectos políticos para concentrarse en los económicos, no porque los unos sean independientes de los otros, sino con el propósito de destacar las acciones de cada grupo actuante en la provincia de Buenos Aires.

FUENTE: Juan Carlos Nicolau. Rosas y García. La economía Bonaerense (1829-1835). Los hacendados ascienden al poder. Editorial Sadret, Buenos Aires, 1980.

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