domingo, 15 de mayo de 2011

El general Hervé Michel Gobilliard, presidente de la Liga de miembros de la Legión de Honor es homenajeado en México.


Con sano orgullo familiar, queremos compartir la especial distinción que se le brindó a un miembro de nuestra familia en ocasión de su visita a los Estados Unidos de México el pasado mes de abril.  

El homenajeado fue nuestro primo el general Hervé Michel Gobilliard, casado con Roselyne Bouffard, hijo de Gilbert Gobilliard y Monique Jozan Marrier de Lagatinerie. Sus abuelos eran Emile Jozan y Lucienne André Marrier de Lagatinerie García-Mansilla. Bisnieto de Charles Jules Marrier de Lagatinerie y Eduarda Manuela Agustina Nicolasa García-Mansilla.

Fue en la embajada de Francia en México el pasado 27 de abril, En la oportunidad el Embajador de Francia en México, Daniel Parfait, ofreció por la noche una recepción en honor del General de Ejército Hervé Gobilliard, presidente de la Liga de los miembros de la Legión de Honor, en presencia del Sr. Miguel Arnoldo Alemán, presidente de la empresa Interjet miembro del Grupo de Alto Nivel Francia, México, y presidente de la Sección México de la Liga de los miembros de la Legión de Honor.

Embajador Daniel Parfait, General Hervé Michel Gobilliard
y Miguel Arnoldo Alemán
El general Gobilliard se encontraba de visita en México para asistir a las ceremonias de conmemoración de la Batalla de Cameron (Veracruz), que se llevó a cabo 30 de abril 1863, durante la Segunda Intervención Francesa. Esta batalla marcó la historia de la Legión Extranjera, ya que se caracterizó por la heroica resistencia de 63 legionarios franceses contra 2.000 soldados mexicanos.

El general exaltó con emoción el coraje de los soldados mexicanos y franceses que lucharon en esta batalla y que "contribuyó a escribir una de las más bellas páginas de la gloria de nuestros dos países".

"En este episodio de nuestra historia, nació un respeto mutuo entre nuestros dos pueblos, que continúa hoy en día, dijo el Embajador al pronunciar unas palabras referidas a dicha batalla.

El embajador francés, destacó la trayectoria del general Gobilliard en el ejército francés, haciendo mención a algunos de los cargos que el mismo desempeño en su brillante carrera militar. En 1989 fue nombrado asistente de "Tierra" en el gabinete militar del Ministro de Defensa antes de tomar el mando de las instituciones de formación del Ejército en 1995.Se desempeñó como Inspector del Ejército en 1999 y gobernador de los Inválidos desde 2002 hasta 2009. También ordenó a la Fuerza de Protección (UNPROFOR) en Sarajevo de 1994 a 1995.


Daniel Parfait, Roselyne Bouffard de Gobilliard
y Hervé Michel Gobilliard.

Además, el general Gobilliard es desde el 2010 Presidente de la Sociedad de los miembros de la Legión de Honor, creada tras la Primera Guerra Mundial para proporcionar un marco de asistencia a los veteranos que fueron honrados con la Legión de Honor y a sus familias. Hoy maneja una serie de instituciones como las Casas de Educación de la Legión de Honor, y mantiene el vínculo de solidaridad entre las personas que recibieron esta distinción, contribuyendo así a mantener el prestigio de la Legión de Honor.

Con motivo de la recepción, el Sr. Miguel Arnoldo Alemán presentó el libro "Dos Siglos, dos Naciones: Francia y México" , dedicada a la historia de la Legión de Honor en México. Recordó en la oportunidad el honor de los soldados mexicanos que participaron en la Batalla de Cameron, quienes proporcionaron atención médica a los legionarios franceses derrotados, el Sr. Arnoldo Alemán celebró los fuertes lazos entre Francia y México. "Me siento orgulloso de ser mexicano, pero también estoy orgulloso de llevar la Legión de Honor en mi corazón", dijo.

Por iniciativa de la sección mexicana de los miembros de la empresa de la Legión de Honor, este libro bilingüe, cuya introducción está firmada por el Sr. Arnoldo Alemán, dedica un capítulo importante en las personalidades mexicanas que han sido condecoradas con la Legión de Honor. Un capítulo del historiador Jean Meyer, se refiere a las relaciones políticas entre Francia y México. Otra sección traza la historia compartida de ambos países, desde el nacimiento del Segundo Imperio, incluyendo las campañas de Napoleón III en México, hasta la Batalla de Cameron y el gobierno de Benito Juárez. Este libro también describe la evolución de las relaciones económicas y los intercambios culturales entre los dos países.

"Si tuviera que mantener una idea en su libro, mi querido Miguel, es que nuestro país puede haber experimentado tiempos difíciles - y hasta guerras! - Pero la fuerza y ​​la profundidad de la amistad entre nuestros pueblos nunca han sido desmentidas ", concluyó el Embajador.

Relacionado con la visita que comentamos, en un acto conmemorativo realizado en el marco del 148 aniversario de la batalla de Camarón el gobernador Javier Duarte de Ochoa destacó que Francia y Veracruz comparten la historia más allá de las diferencias ideológicas y políticas.

Ante el embajador galo Daniel Parfait y el general Hervé Gobilliard, el gobernador destacó que Francia y Veracruz comparten la historia más allá de las diferencias ideológicas y políticas.

El mandatario veracruzano consideró que la Batalla de Camarón representa un capítulo de heroísmo en la historia de Veracruz y Francia. Además, Javier Duarte consideró que las armas de aquel 30 de abril de 1863 a las actuales, cambiaron, sin embargo, se mantienen los ideales e incluso se unen fuerzas para mejorar el nivel de vida de mexicanos y franceses.

Hervé Gobilliard agradece el homenaje brindado.

“Nuestras coincidencias son mayores que nuestras diferencias”, reiteró Duarte de Ochoa, quien fue condecorado por el general Hervé Gobilliard al entregarle la medalla de los integrantes de la Legión Extranjera.

La misma condecoración recibió el alcalde de Camarón de Tejeda, Luis Hildeberto Palacios Ortega, y el comandante de la Sexta Región Militar, René Carlos Aguilar Páez, quien dio lectura al parte de guerra de las fuerzas nacionales que protagonizaron la batalla de Camarón.

Durante la ceremonia, el general Hervé Gobilliard recordó que franceses y mexicanos cumplieron con su deber de soldados al enfrentarse aquél 30 de abril de 1863, pero admiró el valor de las fuerzas nacionales. “Los jóvenes deben estar orgullosos de sus antepasados”, aseveró. Gobilliard reconoció al general Aguilar Páez como un digno heredero del glorioso Ejército Mexicano.

Finalmente, el embajador francés Daniel Parfait afirmó que “Camarón resuena en el corazón de los Legionarios”.



Fuentes: Joel Gobilliard ; Francia en México y Quien.com
Fotografías: César Toledo.

sábado, 14 de mayo de 2011

ALVARO BARROS, FUNDADOR DE OLAVARRÍA

Alvaro Barros, el fundador de Olavarría, murió el 13 de enero de 1892 en la ciudad de Buenos Aires. Olavarría no le concedió honras fúnebres. Para la política de la época, envuelta en las pequeñas rencillas de cada día, la figura de ese hombre no tenía la importancia que se le daba a cualquier comerciante o funcionario del momento ni la que él tenía a nivel nacional. Estaba todavía demasiado cerca la fundación con sus medidas económicas -entre ellas las experiencias de cultivo de trigo del mismo Barros-, las primeras industrias, la gran inmigración, y los tiempos del nuevo pueblo ya no eran los de la avanzada pobladora y los malones.

No se le dio a la ciudad su nombre ni su estatua preside la plaza principal. Pasaron muchos años hasta que los estudiosos locales descubrieron sus cualidades humanas y cívicas y se lo homenajeó en la plaza que lo recuerda.

Recorrer su vida en esta zona y leer su obra "Fronteras y territorios federales de las pampas del sud" (1872) nos acerca a los primeros tiempos de Olavarría.

¿Quién era Alvaro Barros?

Había nacido en Buenos aires el 18 de marzo de 1827, hijo de Alvaro Santiago Barros, descendiente de una ilustre familia de Tuy, Galicia. Su padre había sido cadete del Regimiento de Granaderos a Caballo fundado por San Martín y había participado en la guerra con Brasil. Por la persecución del partido rosista tuvo que emigrar con su familia a Montevideo. Allí formó parte del grupo Libertad y actuó como agente secreto de Juan Lavalle. Regresó a Buenos Aires después de la batalla de Caseros y fue nombrado comisario de guerra del ejército en la Frontera Sur. Luego fue juez de paz en San Nicolás y más adelante prefecto marítimo y tesorero de la Aduana de la capital. Es por esta trayectoria del padre que se aplicó a Alvaro Barros el viejo refrán español "de casta le viene al galgo". Sería un casta muy ligada a la provincia de Buenos Aires y la frontera también por su madre, Manuela García Ferreyra, hija del coronel Pedro Andrés García, autor de los libros "Diario de un viaje a Salinas Grandes-1810" y "Memoria sobre la navegación del Tercero y otros ríos que confluyen al Paraná", entre otros. En 1920 entregó a pedido del gobernador Soler un informe sobre la provincia, en el cual resaltan los párrafos destinados a pedir la humanización de las relaciones con los indios y la necesidad de eliminar la corrupción y la violencia.

Esa era la formación familiar de Alvaro Barros cuando, después de vivir los eventos que llevarán desde Caseros hasta la separación de Buenos Aires entre 1852 y 1862, llega en 1855 a Azul.

El año 1855 es crítico. En Tapalqué hay una gran invasión de los indios, que toman prisionero al Juez de Paz Ezequiel Martinez. Bartolomé Mitre (Ministro de Guerra y Marina) viene a poner orden pero se produce la derrota sin combate de Sierra Chica.

Alvaro Barros es enviado a Azul y nombrado ayudante del general Manuel de Escalada. Más tarde pasa a ser Segundo Jefe del Cuerpo de Coraceros al mando de Nicolás Ocampo. Su actuación más importante tiene lugar en la batalla de Tres Arroyos. Junto a las acciones que se conocen como la batalla de Pigué, devuelve la moral a las tropas y obliga a Calfucurá y sus aliados a replantear su ofensiva.

Existían la tropa de línea y la Guardia Nacional, que debía cuidar el interior de la provincia de Buenos Aires con soldados profesionales y no sólo con pobladores sorteados para ese empeño. Su situación era precaria, con 350 hombres mal aprovisionados y armados. En 1865 vino a completar el cuadro de dificultades la guerra contra el Paraguay. Había, así, dos frentes de permanente batalla mientras la frontera quedaba aún más desguarnecida por la movilización al frente paraguayo. Es entonces que Alvaro Barros es nombrado Comandante del Regimiento 11 de Infantería de Línea y 2° Jefe de la Frontera del Sud y Costa Sud. Llegó con dieciseis oficiales y con un grupo de voluntarios y se encontró con el coronel Benito Machado, que le traspasaba el cargo de encargado de esa sección de la frontera.

Lo primero que enfrentó fue la corrupción, que llevaba al comercio ilegal de buena parte de las provisiones destinadas a los indios y al comercio del botín de las correrías y malones en la propia frontera. Donde aparecían registrados 800 caballos había 365, donde figuraban 900 soldados había 339. Se debían sueldos y se mantenía el gasto de un escuadrón que no había llegado a crearse. Comunicó sus observaciones y el resultado fue un enfrentamiento con Machado, que lo llevó a renunciar.

Durante su renuncia se produjo la gran invasión en Tapalqué, con pérdida de cautivos y 30.000 cabezas de ganado, sin que se les persiguiera. Al llegar Alvaro Barros firmó un acuerdo con Calfucurá con mutuas devoluciones de prisioneros y con el pago a los indios de raciones atrasadas. Poco después Barros fue ascendido a Teniente Coronel y propuso la fundación de Olavarría en un sitio que ya el coronel Ignacio Rivas había señalado como adecuado.

En marzo de 1867 el Gobernador Adolfo Alsina visitó Azul y desde allí fue a Olavarría, "que ya tenía seis manzanas pobladas". En una carta que manda Alsina desde Tandil durante ese viaje de revista, dice: ´El día siguiente de mi llegada lo pasé en el campamento del Comandante Barros situado a diez leguas del Azul sobre el arroyoTapalqué. Les aseguro a ustedes que el buen orden de las construcciones, tanto de cuadras como de corrales, etc, hace honor a la inteligencia y contracción de aquel jefe. A espaldas del campamento existe ya un plantel para el pueblo y mi opinión es que dando allí la tierra con generosidad se podría llegar a formar un centro de población que contribuya poderosamente a la defensa´.

Alvaro Barros hizo plantar trigo de gran calidad y utilizó trabajo de indios para acercarlos a la población. Hasta proyectó crear una sociedad con los oficiales, que no pudieron hacerlo por no recibir su paga, lo que les hubiera permitido comprar semilla y herramientas. Fue un empresario llamado José Barés quien más adelante cosechó un trigo de excelente calidad.

Es largo y apasionante seguir la vida de Alvaro Barros en la frontera, sus relaciones con Calfucurá y sus realizaciones civiles relacionadas, como era lo corriente entre los militares de su tiempo, con la afiliación a la logia masónica de Azul. También su obra como escritor, que trascendía de la crónica o el ensayo militar.

Su trayectoria, que incluye el cargo de gobernador de la Patagonia, lo aleja de Olavarría. Es interesante señalar que tanto sus chacras como un solar situado frente a la plaza central de Olavarría, no pudieron ser escriturados porque no podía ocuparlos por un año corrido como era requisito y no quería poner personero -algo alejado de su estricta moral-. Para los que hoy son los lotes situados en Vicente López desde el Banco de Olavarría hasta la esquina de Gral. Paz tenían lo que se llamaba "vocación de propiedad" los militares Supisiche, Levalle y Alvaro Barros. Sólo Levalle fue efectivamente vecino por el tiempo de ley, escrituró y más tarde vendió su propiedad al señor Rendón.

En 1911 se le dio el nombre de Alvaro Barros a esa plaza y en 1967, año del Centenario de la Fundación, sus hijas trajeron la urna con sus cenizas, que descansan al pie del monumento, obra del escultor porteño Roberto Capurro.

Alvaro Barros, como hemos dicho, fue un importante escritor dentro de la tradición de los estudiosos de Historia y Estrategia, aunque también publicó notas literarias y cuentos.

Su obra:
Fronteras y territorios federales de las Pampas del Sud. Indios, fronteras y seguridad interior.
Actualidad financiera de la República Argentina
La guerra contra los indios
La política brasilera y la juventud argentina (en colaboración con Carlos Luis Paz)
El Ejército y el Reglamento del Coronel Lucio V Mansilla
Memoria especial del Ministro de Guerra
Informe al Ministro de Guerra de 1878
Memoria de la Gobernación de la Patagonia
Conformación de la defensa del Tte Cnel don Ricardo Méndez
´La mulita del Teniente´,cuento publicado en la Revista del Río de la Plata, y otros relatos

ALVARO BARROS – Un militar digno
María Inés Cardenas de Monner Sans
Editorial Leviatan-1992

miércoles, 4 de mayo de 2011

Parte del coronel don Pedro Andrés García sobre la defensa de la línea del sur y rendición de la brigada del general Craufurd - Segunda invasión inglesa, Julio de 1807

Pedro Andrés García de Sobrecasa 1758-1833
“Señor general en jefe: “En cumplimiento de la orden V. E. del 8 del corriente, para que a la posible brevedad pase a esa superioridad una razón de muertos, heridos y dispersos en el cuerpo del mi mando, y otra de todos los oficiales de él, con especificación de las acciones en que cada uno se haya distinguido, debo exponer: Que los capitanes 1°, 2° y 4 del batallón cántabros no se hallaron a la cabeza de sus compañías. El primero y último por ser miembros del cabildo, y el segundo por haber expuesto antes de salir a campaña estar en comisión reservada de V. S. “Los respectivos puestos en estos oficiales han sido desempeñados por sus tenientes don Joaquín Gómez Somanilla, que murió en la acción; don Manuel José García, y don José Gabriel de Oyuela, bajo cuyas órdenes estuvieron dichas compañías hasta rendir al enemigo.

“El capitán de la tercera don Fernando Días de la Riva se mantuvo al frente de ella con igual valor y constancia, y según sus posiciones, respectivamente uniformaron la defensa, excediéndose a sí mismo en valor, por un transporte de entusiasmo de amor al rey y a la patria, casi con desprecio de sus vidas, procurando inflamar a los soldados de su mando, de tal manera que les fue necesario trabajar más en precaverlos del riesgo que en conducirlos al combate. 

“Luego que este batallón se replegó a la ciudad con la primera división del ejército a las diez de la noche del día 2, guarneció la plaza, y el 3 se le destinó a defender la calle y entradas del barrio de Santo Domingo, Hospital de Belén y San Francisco, ocupando las azoteas que norte-sur, eran de avenida para el enemigo.

El 4 se me dio comisión para hacer una cortadura o zanja que evitase la entrada a la plaza de armas, que con parte de mi tropa di terminada a las cuatro de la mañana del 5; y restituida esta tropa a sus puestos, bien municiada toda, y con auxilio de granada de mano (cuyo uso se les hizo entender en el día anterior), quedaron esperando el momento de emplearse según sus deseos.

Óleo que recuerda el combate de Santo Domingo
“En efecto, a las seis, y a los movimientos del enemigo anunciaron su ataque general, y como a las seis y cuarto se presentó una columna de cazadores rifles, como de 400 hombres, que ordenó su marcha de diez de frente, a atacarnos y ocupar la plazuela de Santo Domingo. La fuerza del batallón, prolongada en las azoteas del preciso paso del enemigo por derecha e izquierda, y alguna de frente, reservó sus fuegos, según se lo ordené, hasta el preciso momento de estar bajo de nuestros tiros, y llegado éste, se efectuó con tanta viveza y acierto, que a la segunda descarga, se replegó el enemigo, dejando la calle cubierta de heridos y muertos. Repitió su empeño otra más numerosa columna de diversos cuerpos de infantería que vimos formar como a 400 varas de nuestra posición, que con el mayor denuedo vino a atacarnos, y la ejecutó con valentía, hasta el punto de la primera, en que, a pesar de los esfuerzos de sus bravos y valientes oficiales, muertos éstos, se retiraron en desorden, con más numerosa pérdida, abrigándose de los muros del convento de Santo Domingo, que los separaba de nuestros fuegos.

“Luego formó otra columna de diversas tropas en la plazuela del Hospital de Belén, que, más cauta que las anteriores, emprendió desde aquel punto su ataque por derecha e izquierda, haciéndonos un vivo fuego, a que no se contestó hasta tenerlos bajo el nuestro, y entonces se les castigó su osadía, como a los anteriores, pues retirándose en desorden buscaron el mismo abrigo. “A poco tiempo de esta retirada vimos reunirse aquellas tropas a otras, que de la parte del Oeste venían a aquel punto, que lo era de reunión, las cuales conducían un pequeño cañón, y una bandera o gallardete de división, y que sólo trataron de salvar la bocacalle, para reunirse con las demás, refugiadas a espaldas del convento. “El enemigo, perdida toda esperanza de posesionarse de la plaza, forzó una puerta auxiliar del convento y ocupó los claustros e iglesia, las alturas, bóvedas coro y torre, desde donde nos hacía un fuego dominante y cierto, a cubierto de los muros, y aun parapetado de colchones y muebles, en los pocos flancos que podíamos descubrirle. “Abrieron mechinales para asegurar mejor sus tiros, de que resultó ser inmediatamente muerto el teniente de la 1° compañía don Joaquín Gómez Somanilla con varios soldados, y heridos otros. “

En este estado, me pareció oportuno mandar retirar a la posición de la 4° compañía, a la 1° y 3°, por hallarse más dominadas y expuestas a ser totalmente sacrificadas.

Aquella lo ejecutó prontamente, y ésta, que mandaba el capitán Díaz, tuvo que abrirse paso por su retaguardia avanzando al enemigo, que ya le dominaba por su espalda desde una azotea inmediata, a la cual atacó, e hizo trece prisioneros, entre ellos tres oficiales, y, evacuado así el paso, se reunió inmediatamente a su cuerpo este capitán, con la vigilancia que le es propia. “El batallón continuaba su activo fuego, y con él obligaba al enemigo a no salir de sus trincheras, pero siendo necesario, o sufrir una pérdida lamentable, o abandonar un punto tan interesante, para evitar estos extremos, se hacían precisos nuevos auxilios, especialmente de artillería, con que batir las puertas del convento, y avanzarle, a cuyo fin dirigí a V. S. los partes correspondientes, y como éstos no llegaban con la presteza de mi deseo, en medio del fuego enemigo ocurrí personalmente a la plaza en solicitud de cañones, que se me franquearon con las órdenes más expresivas para batir el convento.


Volví prontamente a mi puesto, en donde se hallaba el fuego en la misma actividad que le había dejado, y dispuestos los oficiales para quebrantar las puertas del convento y avanzarle, de cuyo ardor y temerario arrojo los separé haciéndoles entender que no habían podido observar las fuerzas que el enemigo tenía en aquel punto, que esto se verificaría luego que llegase la artillería que había solicitado y venía marchando. “En este intermedio nos propusieron los enemigos tres señales de parlamento resultaron falsas, con cuyo arbitrio lograron, en el primero, que salí a contestar, matarme un soldado que estaba a mi lado, y la continuación de su fuego me obligó a retirarme. “Intentaron con señales más expresivas de rendirse, y entonces dieron muerte al teniente de la tercera compañía don Francisco Maderna y a cuatro hombres más, bajo del mismo pérfido engaño.

Continuaron su vil y cobarde preceder, y a pesar de mis exposiciones, no pude arredarar al primer edecán de V. S. don Baltasar de Noguera, de que se presentase a contestar la señal parlamentaria, y fue en el momento víctima cruel de la mala fe de aquellos procederes.

“Continuaba el fuego sin intermisión, y habiendo dispuesto colocar el cañón en auxilio de una huerta que descubría francamente las alturas, coro y torre del convento, se situó en ella protegido de la fusilería, y el obús, que en igual auxilio se había colocado en otro punto, de acuerdo con el capitán don Bernardo Pampillo, rompieron el fuego a la señal que habíamos acordado. El cañón correspondió a nuestros deseos, porque precipitó con la metralla de las alturas y torre muchos de los enemigos. El obús se vió precisado a retirarse por estar sin reparo alguno a los fuegos del enemigo.

“Terminaron los falsos parlamentos con el regidor don Miguel Fernández de Agüero, capitán de la 1° compañía, que por atenciones públicas no había podido cubrirla, ni acercarse a ella por los fuegos que lo impedían, y se reunió a cuatro hombres del cuerpo, que se hallaron dispersos entre los fuegos de los falsos parlamentos, y otros voluntarios que lo acompañaban, con cuya partida batía al enemigo, alojado a espaldas del convento, donde conservaba el pequeño cañón de que arriba se ha hablado. Este capitán se acercó demasiado confiado al parlamento que lo llamaron, y estando en la conferencia de su rendición, burlaron su buena fe y le hicieron fuego a metralla y de fusilería, con la que mataron ocho hombres e hirieron seis, incluso el tambor parlamentario, salvando dicho capitán por la cuadra, o manzana opuesta, con los que pudieron seguirle, horadando paredes y pasando sobre tejados al descubierto de los fuegos enemigos. Hasta lograr situarse en una azotea, desde donde continuó sus fuegos y defensa, con daño cierto del enemigo.


“Y por lo tanto, asomó en todos los puntos de altura banderas parlamentarias, que V. S. le permitió por medio del señor general de división don Francisco Xavier Elío, y quedó prisionero de guerra a las cuatro de la tarde; teniendo este cuerpo la satisfacción de poner en segura custodia su persona, la del coronel Dionisio Pack, a 26 oficiales, 965 soldados de tropa escogida, con 76 heridos, después de diez horas de un continuado fuego, y de haber sufrido con constancia todo el ardor y extraordinarios esfuerzos de esta numerosa y escogida columna, y de sus acreditados y expertos jefes y oficiales, cuya energía al frente de sus tropas imponía y las obligaban al sacrificio, a pesar de los más horrorosos estragos.

“Me ha sido forzoso detallar la situación del enemigo, en superioridad en fuerzas, y la que ocupaba nuestro tercio, para dar una pequeña idea de la valentía, intrepidez, generoso amor y celo, por el servicio del rey y de la Patria, de nuestros oficiales y soldados, porque, siendo casi indivisible la acción de todos y de cada uno, por haber operado siempre unidos y de acuerdo, menos en aquellos cortos momentos que era forzoso tomar, para abrirse paso, y que como por más precioso adorno correspondió el resultado, aun en la misma necesidad, para volver a unirse, queda hecha la sencilla relación de la acción individual, y general de oficiales del cuerpo, para que usted se digne recomendar a S. M. tan distinguidos servicios. Debiendo añadir que los oficiales mantuvieron sus puestos con la mayor serenidad y valor, mandando al descubierto de las balas de una manera que con su presencia desafiaban al enemigo y a la muerte que éste les ofrecía, sin que los cadáveres de los compañeros que morían a su lado, sirviesen más que de nuevos motivos o para avivar el axioma entre ellos establecido de morir con gloria o vencer. Los heridos imposibilitados y arrastrándose por las calles y azoteas, ocultaban unos sus heridas mortales, y otros negaban su propia sangre, esforzándose en decir que no era nada. Hubo quien, como don Juan Rosa Alvarez, soldado de la 4° compañía, me pidió le cargase el fusil, por tener el brazo roto de un balazo enemigo, para continuar sirviendo hasta el último momento.

La rendición de los ingleses

“La subordinación de este tercio, que tan distinguida fue en esta acción, ha sido obra de la conducta y moderación con que los capitanes, comandantes de compañía y demás oficiales del cuerpo se han conducido y sabido comportar con una tropa, obligándola por el honor que es característico a los individuos de que se compone, más que por las obligaciones generales a que está ligado el soldado, sacando el ventajoso partido que debe inmortalizarnos, en haber sido defensores de esta capital, el memorable día 5 de julio, en cuyo ataque general tan singular parte han tenido, por la gloria de las armas de S. M. triunfado del orgulloso y poderoso bretón, en aquel mismo momento que consintió arrancarnos de la denominación de nuestro monarca para imponernos su tiranía.

“Buenos Aires, julio 15 de 1807.

Firmado: “Pedro Andrés García

“Señor capitán general don Santiago Liniers y Bremond

Es copia fiel del original - Manuel Rafael García Aguirre, nieto del Coronel Pedro Andrés García.


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