domingo, 29 de agosto de 2010

Lucio Victorio Mansilla. Los siete platos de arroz con leche.

 Por Ángel Stival.

El escrito sobre Juan Manuel de Rosas transmite el magnetismo del poder, su influencia y también el extravío en el que suele caer en sus horas finales.

Un relato de Lucio V. Mansilla revela el magnetismo del poder y también su extravío. "!No te digo que está loco tu hermano!", gritó Lucio a su mujer, Agustina Rosas, cuando su hijo Lucio Victorio Mansilla contó los pormenores de su demora en la casa de su tío, don Juan Manuel de Rosas.

El muchacho, que regresó en forma precipitada de Europa en 1851 por las noticias del alzamiento de Justo José de Urquiza, había salido en las primeras horas de la tarde para recibir la bendición de su tío y regresó a las 3 del otro día, encontrándose con el cuadro de sus angustiados padres que ya no confiaban en el equilibrio de Rosas.

Todo lo cuenta este personaje notable, incapaz de adecuarse a los moldes rígidos de lo bueno y lo malo en los que suele encerrarse nuestra historia, en uno de sus escritos, Los siete platos de arroz con leche .

Allí relata cómo lo recibió su prima Manuelita, rodeada de un séquito de admiradores; cómo esperó a Rosas durante horas; cómo, por fin, su tío lo recibió, sentado en una cama tan alta que sus pies no tocaban el suelo y le leyó un prolongado pronunciamiento sobre el momento político, como si no presintiera el desenlace que se concretaría en Caseros; y cómo, en el transcurso de la larga velada cargada de acechanzas, el famélico joven se comió siete platos de arroz con leche.

El escrito incluye también el final de la historia, que, sin mencionarlo siquiera -y allí reside su genialidad- transmite el magnetismo del poder, su influencia y también el extravío en el que suele caer en sus horas finales.

Lucio cuenta que, tiempo después, fue a visitarlo a su destierro de Southampton y Rosas le preguntó en qué pensaba. "En nada", le contestó. "Si adivino, ¿me va a decir la verdad?", insistió. No tuvo más remedio que aceptar. "Bueno -repuso él-, ¿a que estaba pensando en los platitos de arroz con leche que le hice comer en Palermo, pocos días antes de que "el Loco" (por Urquiza) llegara a Buenos Aires? ¿A que cuando llegó a su casa a deshoras, su padre le dijo a Agustinita: 'No te digo que tu hermano está loco'?"

"Es cierto", tuvo que reconocer. Y su tío se echó a reír de manera burlona.

Fuente: "La Voz del interior" Sección Opinión, publicado el domingo 29 de agosto de 2010.

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