domingo, 28 de noviembre de 2010

EL CORONEL PEDRO ANDRÉS GARCÍA y la merced de tierras solicitada por el Virrey Liniers al Rey de España, otorgada en 1809 en consideración a los méritos y servicios prestados a la corona española.


El 14 de junio de 1809, el virrey Santiago de Liniers solicitó al Rey de España, que en consideración a los méritos y servicios prestados, otorgara una merced de tierras al primer comandante del Tercio de Montañeses, también conocidos como "Cántabros de la Amistad", don Pedro Andrés García. Este Tercio, uno de los cinco que formaron los peninsulares procedentes de otras tantas regiones de España y radicados en Buenos Aires, estaba formado por cuatro compañias, de cincuenta hombres cada una.

 Los españoles que ejercieron la jefatura de esos tercios, según Paul Groussac "revelaron un laudable espíritu de disciplina, designando sin discrepancias a los vecinos mas autorizados y aptos para mandarlos" . Uno de ellos fue Pedro Andrés García. A comienzos del siglo XIX, no era frecuente que se concediera una merced, pues casi dos siglos separaban a esa época de la conquista. La actuación de García era un motivo consistente para justificar esa decisión de Liniers que, al concederle esta merced, mencionó los distinguidos servicios hechos por Pedro Andrés como segundo comandante del Primer Batallón de Cántabros voluntarios de Buenos Aires y su participación en la defensa de la autoridad y el orden contra los insurgentes, durante la asonada del 1º de enero de 1809.

Pero el motivo de peso fue el papel desempeñado por García en la Reconquista y Defensa de la ciudad: "Y siendo este comandante, con su Batallón, el que sostuvo el punto más interesante de la gloriosa defensa del 5 de julio de 1807; el que resistió y logró rendir al General Crawfurd y su columna en el Convento de Santo Domingo, y cuyo golpe obligó al enemigo a capitular". Este reconocimiento hizo Santiago de Liniers en sus últimos días como virrey, dolido como estaba por la muerte de su padre y asediado por las intrigas de sus adversarios. No solo valoró aquel aporte de Pedro Andrés al frente del Tercio de Cántabros sino también el importante donativo de éste para sostener la guerra contra Napoleón, además de los numerosos desembolsos hechos de sus bienes privados para uniformar la mayor parte de su Batallón.

El Virrey destacó "la energía, amor y celo con que ha mantenido a sus hijos en el servicio" , remitiéndose a otras misiones de gran importancia desempeñadas siempre por el coronel, en las que desplegó sus talentos y los conocimientos que había alcanzado en el Río de la Plata. Liniers recordó entonces, que cuando su gobierno se encontraba privado de recursos y desorientado respecto a la forma de sostener las tropas García le propuso algunas soluciones y las realizó el mismo revirtiendo la inacción y el estancamiento de más de ocho meses.

Dos meses antes de dejar su cargo de virrey en manos de Baltasar Hidalgo de Cisneros, Liniers pidió al Rey otorgara a Pedro Andrés esa merced en virtud de tales antecedentes y de los términos de la Real Orden del 13 de enero de 1809, en la que el monarca pidió a Liniers proponer el nombre de vecinos y oficiales que se hayan destacado en la reconquista de Buenos Aires de manos de los ingleses y que no hubieran sido debidamente recompensados, para hacerles objeto de ese reconocimiento. El Coronel Pedro Andrés García de Sobrecasa, tenía entonces 51 años y habían pasado 33 desde su llegada a Buenos Aires en la expedición del Virrey Cevallos.

FUENTE: Extracto de lo publicado por Manuel Rafael García-Mansilla en la Revista Todo es Historia Nº 486, páginas 24 a 34. Buenos Aires, Enero de 2008.

sábado, 20 de noviembre de 2010

20 de noviembre. Por primera vez se festeja a nivel nacional el "Día de la Soberanía Nacional"

Sobre las barrancas del Paraná, en el mismo sitio donde las tropas de la Confederación Argentina enfrentaron hace 165 años a la flota anglofrancesa, se celebrará hoy por primera vez el Día de la Soberanía Nacional. Será en el paraje Vuelta de Obligado, cercano a San Pedro, con la asistencia de la presidenta Cristina Fernández.

Más allá de estrenar un feriado y un fin de semana largo, la conmemoración hace foco en una gesta intencionalmente descuidada hasta ahora por la historia oficial. Como es habitual en los conflictos bélicos, la invasión tuvo como excusa “liberar” al territorio argentino de la “tiranía rosista”. Pero el verdadero motivo fue económico: independizar y fundar la “República de la Mesopotamia”, y hacer del Paraná un río internacional de navegación libre. Había además dos objetivos políticos: debilitar a la Confederación Argentina, y acentuar la secesión de la Banda Oriental, intención que contaba con el apoyo de Francia.

Juan Manuel de Rosas encargó frenar el avance de la moderna flota invasora a su cuñado, el general Lucio Norberto Mansilla. Consciente de la inferioridad de fuerzas, Mansilla se propuso al menos retardar el avance de las naves y, sobre todo, causarles el mayor daño posible. Para eso instaló cuatro pequeñas baterías, y tres cadenas de orilla a orilla en el paraje Vuelta de Obligado, donde el río se angostaba a 700 metros.

“Noventa buques mercantes, veinte de guerra”, recuerda Miguel Brascó en La vuelta de Obligado, que escribió y compuso para el uruguayo Alfredo Zitarrosa. Hoy, Teresa Parodi cerrará el acto a realizarse en el Parque Histórico Natural Vuelta de Obligado cantando ese triunfo.

Sin embargo, la batalla de la Vuelta de Obligado no fue un triunfo, y dejó numerosas bajas argentinas; aunque también las hubo del bando enemigo. Tampoco fue el único combate de la llamada guerra del Paraná. Pero los sucesivos enfrentamientos causaron importantes pérdidas humanas y materiales a la flota enemiga, que decidió emprender la retirada. Al abandonar el Río de la Plata, cumplió con la imposición de disparar veintiún cañonazos en desagravio al pabellón nacional.

Veintiún salvas de honor atronarán hoy en las barrancas. Será después de la Oración a los héroes de la Vuelta de Obligado, que interpretará por primera vez la banda militar “Tambor de Tacuarí” del Regimiento de Infantería Patricios, y que contiene los toques de órdenes de la batalla.



El acto musical comenzará a las 19 con el Himno Nacional, a cargo de la banda de Patricios y del barítono Ernesto Bauer. Para entonces ya se habrán concentrado en el Paraná una decena de naves de la Armada y decenas de embarcaciones deportivas y turísticas, convocadas a través de los clubes náuticos del norte bonaerense.

Será el momento de dejar inaugurado el monumento alegórico ideado por el artista plástico Rogelio Polesello, en el Parque Histórico Natural Vuelta de Obligado, ya preparado con infraestructura definitiva para recibir a los visitantes, incluidos miradores panorámicos, cartelería didáctica y un destacamento de Prefectura.

Los nuevos senderos comunican con el Museo de Sitio Batalla de Obligado y Centro de Interpretación de Flora y Fauna, un emprendimiento que la Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Pedro llevó adelante mucho antes de que la Presidenta incorporara por decreto el 20 de Noviembre al calendario de feriados nacionales, y de que la Unidad Bicentenario organizara esta celebración.

También fue previo el hallazgo de más de 120 cartas inéditas sobre la batalla, que salieron a la luz en setiembre. Guardadas en el Juzgado de Paz de San Nicolás, habían pasado muchos años después al Museo y Archivo Histórico Municipal “Gregorio Chervo”, de esa ciudad; y fue el historiador nicoleño Santiago Chervo quien anotició de su existencia al director de Cultura de San Pedro, José Luis Aguilar.

La ceremonia de hoy es la culminación de la Semana de la Soberanía en San Pedro, con quince actividades culturales, deportivas y turísticas. Hoy, la Presidenta recibirá la Orden de la Soberanía Nacional de manos del historiador Pacho O’Donnell y de Luis Launay. Los festejos terminarán con un espectáculo de fuegos artificiales.

A disposición de quienes quieran estudiarlos quedarán los documentos inéditos, ya digitalizados, a la espera de continuar reconstruyendo este tramo de la historia argentina.

FUENTE. Sibila Camps. Diario"Clarin" 20 de noviembre de 2010.

viernes, 19 de noviembre de 2010

El Himno de Obligado

Cuando sonó el primer cañonazo enemigo, Mansilla bajó el brazo derecho y cerró de un golpe el catalejo. Todo estaba consumado. El crimen era un hecho. La cuarta guerra exterior del país comenzaba. El héroe alzó el brazo de nuevo, dio la señal convenida y el Himno Nacional Argentino estalló en la barranca. La primera bala francesa dio en el corazón de la patria.

La segunda bala francesa cayó sobre el Himno. El canto nacía indeciso en el fondo de las trincheras excavadas entre los talas, trepaba resuelto por los merlones de tierra, se deslizaba ágil por las explanadas de las baterías, corría animoso por los claros de grama esmaltados de verbenas, se animaba con furia animal en el monte de espinillos, y ascendía estentóreo y salvaje, en el aire de oro de la mañana de estío. Allí, hecho viento, transformado en ráfaga heroica, ganaba la pampa, el mar, la selva, el desierto, la estepa y la cordillera y uniendo de un extremo al otro del país la voz de júbilo con la de protesta, la de la imprecación con la del entusiasmo cívico, creaba un clamor de alegría y borrasca, incomparable y único.

La voz clara y sonora de Mansilla acaudillaba los ritmos heroicos. El eco pasaba de una garganta a la otra; partía de los pechos de acero que amurallaban la patria y se confundía y entrechocaba sobre los muros de las baterías. Las notas prorrumpían de los bronces y tambores majestuosamente, con corrección inigualable, como en un día de parada. La banda del Batallón 1º de Patricios de Buenos Aires, que ejecutaba el himno al frente del regimiento inmortal, solo encontraba extraño en esta formación de tropas que, en vez de ser un jefe, fuese la Muerte quien pasara revista. Lo demás era lo acostumbrado desde los tiempos de Saavedra y la trenza con cintas. La hueste asistía impecable a la inspección, en tanto la metralla francesa e inglesa llovía sobre las filas sonoras y abría claros en la música y el verso.

Los huecos se cubrían con premura y renacía la estrofa, redoblada y heroica. Cada voz sustituta centuplicaba la fuerza del canto. La oda se había constituido en una marejada incontenible de estruendo y de furia.

Toda la barranca ardía en delirio con las voces. Cantaban los artilleros, los infantes, los marineros, los jinetes, los jefes, los oficiales y los soldados, los veteranos de cien encuentros y los novicios que por primera vez, olían la sangre y la muerte. La misma tierra quería hendirse para cantar. Parecía pedir la voz de todos los pájaros para acompañar en el canto a quienes la amparaban hasta morir abrazados sobre ella, crucificados sobre su amor, dándole a beber generosamente de su propia sangre. Cantaban allí los camaradas de aquellos que custodiaba en su seno, y que murieron defendiendo su pureza criolla en los campos, sobre los ríos y las montañas, en los páramos frígidos y a la sombra de los montes de naranjos donde dormían cálidamente, bajo la lluvia votiva del azahar.

Los viejos patricios de Buenos Aires, los capitanes que cruzaron la cordillera con el Intendente de Cuyo y libertaron los países que se recuestan sobre un mar donde se pone el sol, los oficiales que habían combatido contra el Imperio del Brasil, destrozando a lanzazos los cuadros terribles de la infantería mercenaria austríaca, los marineros de camiseta rayada, cubiertos de cicatrices, que habían cañoneado y abordado naves temibles al mando del Almirante, en el río y en el mar, luchando en proporción de uno a veinte con la mecha o el sable en el puño, todos los que habían hecho la patria y no deseaban vida que no se dedicase a sostenerla, se hallaban allí y cantaban religiosamente, con la mirada arrasada y el corazón desbordante de ternura por los recuerdos, la canción que hablaba de cadenas rotas, de un país que se conturba por gritos de venganza, de guerra y furor, de fieras que quieren devorar pueblos limpios, de pechos decididos que oponen fuerte muro a tigres sedientos de sangre, de hijos que renovaban luchando el antiguo esplendor de la patria y de un consenso de la libertad que decía al pueblo argentino : ¡Salud! La canción era seguida por juramentos de morir con gloria y el deseo que fueran eternos los laureles conseguidos.




Jamás resonó canción como aquella. Los que habían conseguido los laureles pedían frente a la muerte que fueran eternos, los que vivían coronados por la gloria adquirida luchando con el fusil, el sable o el cañón, a pie, a caballo o sobre el puente de una nave, en defensa de su Nación, juraban morir gloriosamente si la vida debía comprarse al precio del decoro y el valor.

Los proyectiles franceses e ingleses caían ahora sobre la protesta, el desafío o la muerte, el orgullo y la voluntad. La voz, engrosada y magnificada por el eco, había recorrido de una frontera a otra de la tierra invadida, y retornaba al lugar de su nacimiento para recobrar vigor y lanzarse esta vez hacia el frente, en procura de los agresores. Descendía presurosa por la barranca, corría sobre la playa de arena, alcazaba la orilla del río, volaba sobre el espejo del agua y se lanzaba al abordaje sobre los invasores, repitiendo un asalto sorpresivo y desenfrenado. Trepaba por las cuadernas de las quillas, se encaramaba por las bordas, hacía esfuerzos desesperados por amordazar los cañones de 80 milímetros, de 64, de 32, las cien bocas que vomitaban fuego sobre las baterías de menor alcance, lograba poner el pie en las cubiertas, brincaba a lo puentes donde se hallaban, condecorados y magníficos, Tréhouart, el capitán de la Real Marina Francesa y el Honorable Hothan, de la armada de Su Majestad, con uniformes de gala, cubiertos de entorchados, dirigiendo con el catalejo el bombardeo implacable e impune; ascendía por los obenques a las gavias y las cofas y giraba sobre las arboladuras lanzando un grito recio y retumbante. Luego descendía sobre el río y soplaba en el mar, y a través de las olas, cabalgando sobre el agua y la espuma, pisaba la tierra desde donde las naves habían partido y se retorcía en remolinos briosos y épicos en busca de oídos para requerir, demostrar, probar, retar y herir.

La canción aludía a los derechos sagrados del hombre y el ciudadano, a los principios de igualdad política y social, al respeto por la propiedad ajena, a la soberanía de la Nación, a la obligación de cada ciudadano de respetar la ley, a la libre expresión de la voluntad popular, al respeto de las opiniones y creencias ajenas, a la abolición de los obstáculos que impiden la libertad y la igualdad de los derechos. La voz hablaba de la injusticia de la metralla, y ésta, tal como si hubiera interpretado la protesta del canto, hería ahora el seno de la voz, en acto obstinado, buscando rabiosamente el corazón de la canción.

Los defensores eran ya los árbitros de la batalla. El enemigo había entendido la voz y comprendía que el triunfo pertenecía, por derecho propio, al atacado, cualquiera fuera el desenlace de la acción. Ya no significaba nada vencer en el encuentro y cobrar el botín de la conquista para conducirlo a la tierra donde estallarían aclamaciones y vítores junto a los arcos de triunfo. El adversario cantaba estoico frente a la muerte; cantaba vivamente, alegremente, enhiesto e impasible, sin responder al fuego, como queriendo demostrar que era más importante terminar con aquel canto, antes que defender la vida y resguardar la defensa del paso. Los cañones de 80 golpeaban el vacío, asesinaban la nada; las granadas explosivas no acallaban la música ni podían matar la poesía. La lucha era imposible: ¡Si al menos los defensores hubieran dejado de cantar!...

Cuando la voz dejó de escucharse hasta en su último eco, Mansilla recogió de nuevo el catalejo, tomó la espada, y alzando el brazo nuevamente, dio orden de iniciar el fuego contra las naves. La barranca ardió en llamas y comenzó el cañoneo que se sostendría por espacio de ocho horas…Pero la hazaña principal estaba cumplida, con el Himno entonado frente al adversario y que escucharían después los siglos. La música de los cañones sólo componía el acompañamiento de este canto. El héroe había legado a la patria su tesoro más puro de heroísmo, de exaltación emocional y de pasión patriótica: el Himno ganaba de paso, igualmente, la batalla de la Vuelta de Obligado.

 FUENTE:  José Luis Muñoz Azpiri (h) nació el 22 de junio de 1957 en Buenos Aires, cursó estudios superiores de Historia en la Universidad del Salvador y de Antropología en la UBA y la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México. Egresado del Curso Superior de la Escuela de Defensa Nacional, integra el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. Ejerce el periodismo en diversos medios nacionales y extranjeros. Su último libro (2007) es "Soledad de mis pesares" (Crónica de un despojo).

sábado, 6 de noviembre de 2010

El coraje en la diplomacia


Por Juan Vicente Sola

Hay un debate público sobre las declaraciones testimoniales de un diplomático ante un juez de instrucción, y si esas declaraciones debían ser investigadas. Si la característica de los funcionarios en la carrera diplomática es la indefensión, y el costo del coraje depende de los riesgos que se deben asumir, se nos plantea la siguiente pregunta: ¿requieren los diplomáticos un mayor coraje para el cumplimiento de ciertas actividades o el ejercicio de ciertos derechos?

En algunos casos, la exigencia puede ser cercana al heroísmo. La indefensión se debe a la facilidad con que se los puede someter a la persecución y el castigo -cambiarlos de funciones o destinos sin necesidad de dar explicaciones- y a la discrecionalidad de los premios, sean éstos traslados apetecidos o ascensos en la carrera.

A veces, la indefensión ocurre simplemente por estar fuera del país. El servicio exterior se cumple lejos de la toma de decisiones, alejado de toda información y sin poder influir en ellas. Los funcionarios pueden ser víctimas de fáciles difamaciones repetidas en forma de rumor, con el riesgo de sumarios interminables, reparados tardíamente por la justicia cuando las carreras están destruidas.

¿Tiene un diplomático que ser valiente? La respuesta es afirmativa, pero estas situaciones no deben ser causadas por diferencias de criterio con las autoridades. En las democracias constitucionales, el ejercicio de los derechos o la expresión de las opiniones no supone heroísmo. Tampoco el cumplimiento de los deberes, como es prestar declaración testimonial ante un juez de instrucción.

Sin duda, hay actos de heroísmo en la diplomacia: Raoul Wallenberg, el cónsul sueco, salvó a miles de perseguidos durante la Segunda Guerra Mundial, hasta su misteriosa desaparición. El argentino Daniel García- Mansilla salvó la vida a cientos en la confusión de los primeros momentos de la Guerra Civil Española.

Los altos costos de la indefensión hacen que la carrera diplomática imponga incentivos que llevan al temor por la inseguridad profesional. En algunos casos, se puede caer en la complacencia ante las autoridades que pueden disponer fácilmente de los destinos de los funcionarios y sus familias. Pero los incentivos reiterados se convierten en una cultura de dominación por parte de algunos gobernantes y del acatamiento por los funcionarios. Es un fenómeno habitual en las grandes organizaciones, que hay que evitar.

En su obra Camino de servidumbre , Friederich Hayek señala en el capítulo "¿Por qué los peores se ponen a la cabeza?", que muchas veces en una organización burocrática la estructura es jerárquica y que los incentivos no favorecen el coraje. En principio, porque cuanto más elevadas son la inteligencia y la educación de una persona, más se diferencian sus opiniones y es menos probable que acepte que se le imponga una jerarquía particular de valores. Si deseamos uniformidad en los puntos de vista, tenemos que descender a los más bajos niveles morales e intelectuales.

La segunda causa destacada por Hayek es que existen quienes están dispuestos a aceptar un conjunto de valores ya confeccionado, quienes tienen ideas o emociones vagas y aceptan el conformismo como forma velada del cinismo.

El tercer elemento, que Hayek considera el más negativo, es la envidia a los mejores, la lucha contra los que son ajenos al grupo, el nosotros contra ellos, distinción que no solamente acontece en partidos políticos populistas, sino también en atmósferas de club y que se resume en la expresión: "No pertenece a nosotros".

Toda organización que tenga un poder amplio sobre los destinos de sus funcionarios fomenta la existencia de los "duendes de la camarilla" que se acercan al poder y obtienen privilegios, que en algunos casos no coinciden con el interés general. El coraje de los gobernantes consiste en evitar las tentaciones del abuso de poder, en no consentir camarillas y en asegurar que los mejores funcionarios cumplan con su función, sin necesidad de ejercicios heroicos.

Publicado en © LA NACION. Jueves 27 de mayo de 2010 | Publicado en edición impresa

El autor es experto en Derecho Constitucional (UBA) y académico de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.

lunes, 11 de octubre de 2010

PEDRO ANDRÉS GARCÍA DE SOBRECASA Y EL HOMENAJE DE UN HIJO DE CARANCEJA EN EL BICENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO.

Evocar los 200 años de la Revolución de Mayo, es rememorar al Coronel Pedro Andrés García de Sobrecasa, uno de los más calificados asistentes de aquel histórico Cabildo del 22 de mayo de 1810.

El distinguido historiador argentino Enrique de Gandía, en su libro "Historia del 25 de Mayo", recuerda su participación expresando: Es interesante el voto del comandante Pedro Andrés García, íntimo amigo de Saavedra. Dijo¨: 

"Que considerando la suprema ley la salud del pueblo y habiendo advertido y aun tocado por sí mismo la efervescencia y acaloramiento de él con motivo de las ocurrencias de la Metrópoli, para que se varíe el Gobierno, que es a lo que aspira, cree de absoluta necesidad el que así se realice, antes de tocar desgraciados extremos, como los que se persuade habría, si aún no se resolvieses así en la disolución de esta Ilustre Junta: repite por los conocimientos que en los días de antes de ayer, ayer y de anoche ha tocado por si mismo, tranquilizando los ánimos de los que con instancia en el pueblo así lo piden; en cuyo caso opina que recaiga en el Excelentísimo Cabildo por ahora y mientras se resuelve la manera o forma de gobierno que haya de constituirse para la seguridad de estas provincias en favor de la soberanía del señor don Fernando Séptimo, en cuyo supuesto pide también que al señor Síndico se habilite con voto decisivo en este Excelentísimo cuerpo"


Su formación, su condición de hidalgo y su profesión militar, le permitieron distinguir, entre la pasión de las circunstancias y la reflexión que exigía un momento histórico como el que estaban viviendo. 

La  Primera Junta, cuatro días después de haber asumido - promulga un decreto - cuya redacción delata el estilo literario de Mariano Moreno - que es un reconocimiento tácito a estos insignes hombres de armas y es elocuente en cuanto a la participación que les cupo en el nacimiento de nuestra libertad y de nuestra independencia como nación. 

"La energía con que habéis dado una autoridad firme a vuestra patria no honra menos vuestras armas, que la madurez de vuestros pasos distingue generosidad y patriotismo. Agotados los ánimos por la incertidumbre de  nuestra existencia política, supisteis conciliar todo el furor de un entusiasmo exaltado, con la serenidad de un ciudadano que discute tranquilamente sobre la suerte de su patria, y las armas que cargabais no sirvieron sino para abrir paso a la razón, para que recuperados sus derechos, fuese la única guía de una resolución magnánima , que debe fijar el destino de estas provincias...¿Quién no respetará en adelante a los Cuerpos Militares de Buenos Aires? Si examinan vuestro valor, lo hallarán consignado por las más gloriosas victorias; si se meditan esas intrigas que más de una vez dieron en tierra con los pueblos esforzados, temblarán al recordar la gloriosa escena que precedió a la inauguración de esta Junta."

En recuerdo de aquellos hechos históricos que nos dieron identidad como país, Angel Campó López, uno de los hijos del pueblo natal del Coronel don Pedro Andrés García de Sobrecasa, publico un artículo en un diario de Cantabria, para recordar a este insigne cántabro, que brindó sus mejores a la Argentina.


El mismo comienza diciendo: Este año se conmemoran los doscientos años de la denominada Revolución de Mayo en la República Argentina, acontecimiento histórico en el que participaron muchos hijos de Cantabria, quienes persuadidos de la necesidad de cimentar una nueva patria en América, contribuyeron al nacimiento de una nación que, desde sus albores, dio muestras de su potencialidad y del firme carácter de sus ciudadanos; quien tuvo un pasado esplendoroso y tiene todos los atributos para un futuro venturoso y que, a lo largo de su corta historia, ha dado muestras de amor por sus orígenes hispanos.

Nos queremos adherir a este acontecimiento histórico, evocando la figura de un hijo de la montaña: Pedro Andrés García de Sobrecasa, quién tuvo una destacada actuación en el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, piedra angular de la posterior independencia de esa república hermana.....

FUENTE. Angel Campo López. Alerta, diario de Cantabria. Suplemento dominical Planeta.Domingo 25 de julio de 2010

jueves, 16 de septiembre de 2010

La batalla de "La Vuelta de Obligado" . Aportan detalles de la estrategia defensiva con la que se enfrentó a las flotas europeas.


Más de 120 cartas y notas inéditas sobre la batalla de la Vuelta de Obligado –muchas de ellas firmadas por el general Lucio N. Mansilla y sus comandantes– salieron a la luz después de 165 años, difundidas por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Pedro (Buenos Aires). Los documentos, que estaban depositados en el Museo y Archivo histórico Municipal “Gregorio Chervo” de San Nicolás, permiten conocer importantes detalles de la logística previa al combate .

Esta batalla, librada el 20 de noviembre de 1845, se inscribe en la llamada guerra del Paraná (ver “Una epopeya...” ). Ante el avance aguas arriba de las flotas inglesa y francesa, Juan Manuel de Rosas, al frente de la Confederación Argentina, ordenó a su cuñado, el general Lucio N. Mansilla, que instalara baterías costeras artilladas para frenar los barcos.

En julio de ese año, Mansilla comenzó a pedir hombres y provisiones al juez de paz de San Nicolás , que entonces tenía funciones políticas muy diferentes de las actuales. La correspondencia continuó hasta diciembre, también firmada por los comandantes Juan José Obligado, Francisco Crespo y Juan Antonio Garretón, el coronel José María Cortina y el primer edecán de Rosas, Antonino Reyes.

Ese juzgado conservó las comunicaciones, que traspasó al museo nicoleño. Hace pocos días, el director de Cultura de San Pedro, José Luis Aguilar, se enteró de que existirían papeles relacionados con el combate, y se comunicó con su par de San Nicolás, Mirta Chervo. El asombro fue enorme cuando Aguilar y sus colaboradores se encontraron con unas 120 cartas escritas a pluma, en perfecto estado de conservación .

“Mansilla y sus comandantes emitían correspondencia hacia Buenos Aires, que fue quedando en los museos porteños; es la que conoce la historia oficial. Pero también generaban correspondencia hacia el Juzgado de Paz de San Nicolás, al que pedían elementos e insumos”, cuenta el funcionario sampedrino.

Los documentos permiten conocer cómo se montó el dispositivo de defensa en el Paso del Tonelero, cerca del arroyo Las Hermanas, en Ramallo. Allí había ordenado Mansilla extender de orilla a orilla las tres cadenas con las que pretendía frenar a la escuadra invasora. Pero una fuerte tormenta desarmó la instalación, por lo que se eligió un nuevo lugar.

Éste fue la Vuelta de Obligado, un recodo donde el Paraná se angostaba a 700 metros, a 18 kilómetros al norte de San Pedro. Las cartas difundidas ahora revelan la existencia de portillones (puestos de control) en los caminos de acceso a los puntos de combate, y la obligatoriedad de permisos especiales para acceder a ellos. Funcionaban como un mecanismo “antiespías”, para evitar también el paso de unitarios.

Algunas misivas piden el envío de caballos “para consumo de los indios amigos”, lo que confirma la colaboración de los querandíes en la campaña . En otras, los militares se comprometen a restituir los animales de tiro y otros implementos confiscados a la población. Las cartas del 21 y 22 de noviembre ordenan buscar y llevar de regreso a los hombres dispersos tras la derrota.

Las copias de unas 80 cartas, con su transcripción realizada por Silvina Carro, podrán verse hasta el domingo en la Municipalidad de San Pedro. Es el prólogo de “Correo de la Batalla”, una muestra gigantografiada a inaugurarse el 20 de noviembre en el Parque Histórico Natural de Vuelta de Obligado, frente al museo del sitio.

Por Sibila Camps, publicado en diario"Clarin", Buenos Aires, Argentina. 16 de septiembre de 2010.

domingo, 29 de agosto de 2010

Otra París

Quien visita la capital francesa por primera vez debe conocer los imperdibles y los clásicos: la Torre Eiffel, Notre Dame, el Sagrado Corazón, los Champs Elysées... Para viajes posteriores, llega la hora de elegir qué ver además, qué costado recorrer. Aunque la ciudad es un mundo en sí misma y no alcanza una vida para explorarla entera, aquí van algunas propuestas para un tour alternativo.


La bohème




París es una ciudad de arte y de artistas. Es la ciudad de la bohème, ese estilo de vida que Charles Aznavour retrató mejor que nadie en uno de sus temas. Olvidemos la Place du Tertre, al pie del Sagrado Corazón, y sus pintores estereotipados, para visitar dos auténticos squats donde se pueden conocer talleres de artistas y tomar el pulso de las nuevas tendencias que están aflorando. En el norte de París, no muy lejos de Montmartre, el Centquatre (ciento cuatro) ocupa el sitio de las antiguas pompes funèbres (funerarias) de la ciudad. Sobre 9000 metros cuadrados conviven artistas becados en 19 talleres que se pueden visitar y recorrer. Hasta hay un café, una librería y una guardería decorada por la papisa del diseño francés actual, Matali Crasset. Muy similar es el squat de los Frigos, en la ribera izquierda de París, cerca de la nueva Biblioteca Nacional. Se trata de un enorme edificio industrial, antiguos frigoríficos donde se almacenaba carne, que fue un refugio de okupas en los años 70. Los punks y los linyeras fueron reemplazados por artistas que instalaron sus talleres en enormes cámaras frías reacondicionadas: escultores, pintores, arquitectos, músicos, sellos musicales y colectivos artísticos. Se puede visitar en los días especiales abiertos al público o por medio de una cita previa con el vocero de estos artistas, el escultor Jean-Paul Reti.

Centquatre: 104, rue d´Aubervilliers. Todos los días, a partir de las 11. www.104.fr .
Les Frigos: 19, rue des Frigos. http:/les-frigos.com . 

La capital del chocolate



París no tiene nada que envidiarles a Bruselas y Zurich en materia de chocolates refinados y de alta gama. En la capital francesa hay opciones y variantes para que cada aficionado al divino cacao pueda encontrar la suya. Hay quienes lo prefieren líquido: en ese caso, las mejores opciones son el exquisito Café Angelina, a pasos del Louvre, sobre la rue de Rivoli (su chocolat africain tiene adeptos en todo el mundo), y el salón de té de Ladurée de la rue Royale. La casa es conocida ahora sobre todo por sus macarons, un bocado de pasta de almendras que era el preferido de María Antonieta y que se puso de moda nuevamente.





Pero la reina no gustaba solamente de los macarons, y sus proveedores de chocolate siguen existiendo: se llamaban Debauve et Gallais y eran boticarios; es decir, farmacéuticos que proponían recetas a base de chocolate a la reina y su corte. La casa tiene más de dos siglos y sigue vendiendo su producto más emblemático, las pistoles de María Antonieta (una monedas de chocolate con 99% de cacao). Otro lugar histórico para comprar chocolate y golosinas es A la Mère de Famille, un negocio fundado en 1761 cuya decoración y mobiliario atravesaron los siglos para formar una suerte de museo del siglo XVIII.









Café Angelina , 226 rue de Rivoli. Ladurée, 16 rue Royale (hay varias sucursales en la ciudad),
www.laduree.fr .Debauve et Gallais , 30 rue des Saints Pères, www.debauve-et-gallais.com .
A la Mère de Famille , 35 rue du Faubourg, Montmartre, www.lameredefamille.com .

Monumentos espontáneos
¿Que diferencia hay entre dos de los más emblemáticos monumentos de París, el Arco de Triunfo y la Torre Eiffel? El primero es un monumento genuino, encargado por Napoleón para glorificar su ejército y sus victorias. Pero el segundo es el verdadero símbolo de la ciudad, una construcción que en sus primeros años tuvo tantos detractores que estuvo a punto de ser demolida varias veces. No es el único caso: París está llena de monumentos con historias distintas o espontáneas. Como el Grand Palais, uno de los símbolos de la belle époque que fue concebido para durar sólo el tiempo de una exposición universal, pero actualmente es un monumento indiscutido en el patrimonio de la ciudad. En los años 70 se arrasó el mercado central parisiense para construir el Forum des Halles, un centro comercial que necesita liftings regulares para sobrevivir. La historia reciente también trajo con ella sus monumentos, a veces inesperados: como la llama de bronce de la plaza del Alma, que siempre tiene flores desde que se produjo el accidente mortal de la princesa Diana en el túnel cercano. Tanto que muchos piensan que esta llama fue construida en su memoria, aunque es en realidad una copia de la antorcha de la Estatua de la Libertad regalada por Estados Unidos a Francia? El Estadio de Francia, en el difícil suburbio de Saint Denis, se convirtió también en monumento, luego del Mundial de Fútbol de 1998, y se organizan visitas para recorrerlo. Otro tipo de monumento nacido espontáneamente es la pared de la casa donde vivió el mítico cantante y artista Serge Gainsbourg, en la calle de Verneuil. Desde su muerte, la pared está cubierta de grafitis y tags, como si se tratara de un lugar de culto a su genio musical.



Plaza del Alma: en la ribera derecha del Puente del Alma.
  • Stade de France: se desaconseja llegar en auto porque es difícil encontrar un lugar de estacionamiento. Se puede ir en subte, por la línea 13, estación St. Denis Porte de París. Se recomienda prudencia al transitar por la zona. St Denis es uno de los suburbios más peligrosos del norte de la ciudad. Una estación más lejos está la Basílica de St. Denis, donde se hallan las sepulturas de los reyes de Francia.
    Casa de Serge Gainsbourg: 5bis, rue de Verneuil. No se visita, pero fue dejada en el estado original por su hija, la actriz Charlotte Gainsbourg. 


En Bicicleta.
París, como toda ciudad con historia, rebosa de secretos que sólo hay que querer conocer para descubrir. Una de las maneras más originales de explorar sus rincones ocultos es subirse a los paseos en bicicleta eléctrica que organiza Paris Charms & Secrets, partiendo de la céntrica y elegante Place Vendôme para un itinerario que alcanza unos 25 kilómetros a lo largo de cuatro horas. Pero sin cansarse nunca, a pesar de las subidas y bajadas frecuentes de París, ya que las bicicletas son livianas, ágiles y muy fáciles de manejar después de haber recibido las primeras instrucciones de parte de los guías (que realizan las visitas en varios idiomas, incluyendo castellano).


El grupo pasea orondo en bicicleta frente a la Opera Garnier, sigue el recorrido del meridiano de París señalado con un bronce en el pavimento, se interna en los jardines del Palais Royal y se asoma a la sombreada Cour de Rohan, junto a una de las antiguas puertas de París. Todo en dos ruedas, y en parte por las numerosas bicisendas que atraviesan la ciudad, aunque otras veces hay que meterse directamente en pasajes peatonales o en calles muy transitadas. La visita permite descubrir muchas curiosidades de París, por conocida que sea: la pared donde se ve un "metro patrón", que sirvió para popularizar el uso de la nueva medida en el siglo XIX; uno de los últimos pozos de agua que quedan en la ciudad; el Café Procope, mítico restaurante considerado entre los más antiguos del mundo, y hasta las Arenas de Lutecia, un anfiteatro romano en el corazón de la ciudad.


El paseo cuesta 49 euros por persona. www.parischarmssecrets.com


Las mejores vistas de la Torre Eiffel

La Torre Eiffel y las terrazas del Sagrado Corazón son dos formas tradicionales e ideales se sentir París a los pies. Pero no las únicas: la Torre Montparnasse, único rascacielos de la ciudad gracias a una rara excepción a las reglas arquitectónicas parisienses, ofrece también un punto de vista perfecto. Desde el 56° piso, a 200 metros de altura, o desde la terraza panorámica al aire libre, a 210 metros, se ve todo París como un póster desplegado delante del visitante, un gigantesco juego de adivinanzas donde hay que ubicar los monumentos más famosos que sobresalen por encima de los techos a la Haussmann, siempre de la misma altura, cualquiera que sea el barrio de la ciudad. Las colas para ascender a esta torre son habitualmente mucho más cortas que para subir a la Torre Eiffel. Los ascensores llegan al piso 56° en medio minuto, y luego sólo falta un par de pisos por escalera para acceder a la terraza.




La subida cuesta 11 euros para los adultos y 4,70 para los menores de 15 años. Montparnasse 56 está abierto de 9.30 a 23.30, de abril a octubre (cierra un poco más temprano el resto del año).www.tourmontparnasse56.com 




Desde la Torre Montparnasse se tiene sin duda una hermosa vista de la otra torre, la Dama de Hierro, la más famosa de todas que lleva la firma de Gustave Eiffel. Pero no es la más impactante... ¿Quién no quiere convertirse en émulo de Samuel Fergusson, personaje de Julio Verne que sobrevoló Africa en globo, pero sobre los techos de París? La aventura es posible gracias al gigantesco globo aerostático instalado en el parque André Citroën, del 15° arrondissement de la capital francesa. Todos los días, desde las 9 hasta el atardecer, es posible subir al globo y elevarse suavemente, durante unos 20 minutos, y divisar las orillas del Sena, la Torre Eiffel y los barrios del sudoeste parisiense desde 150 metros de altura.

Metro: Javel o Balard; tarifa, 12 euros para los adultos los fines de semana; 6 euros, de 3 a 11 años.www.ballondeparis.com .


El barrio más joven








Bercy está a orillas del Sena, en el este de la vieja Lutecia. Fue un pueblo y un puerto fluvial hasta que finalmente la capital francesa lo integró dentro de su perímetro. A fines del siglo XIX su puerto era el mayor mercado del mundo para los vinos y bebidas espirituosas. En los años 60, con los cambios en la venta de vinos (se empezó a embotellar en las bodegas para asegurar a los consumidores una mayor calidad), Bercy se transformó en un barrio fantasma, y empezaron las obras para remodelarlo. La última etapa de esta gran reconversión fue inaugurada hace apenas un año, con la apertura de Bercy Village. Cerca del ya mítico estadio de Bercy y del Ministerio de Finanzas, el paseo fue instalado en los antiguos almacenes de los comerciantes de vinos. Se mantuvieron la arquitectura original, el pavimento de las calles y hasta los rieles de los vagones de carga, pero se construyeron modernos hoteles como el Pulman Paris Bercy, un complejo de salas de cine, edificios de departamentos y una estación de subte sobre la modernísima línea 14 (no tiene conductor y va desde la Biblioteca Nacional de Francia hasta la estación de St. Lazare). El Village en sí es un paseo con negocios, cafés y un supermercado, todo abierto los domingos.








  • Metro: Cour St Emilion, sobre la línea 14. La estación Bercy, sobre las líneas 14 y 6, es otra opción, aunque un poco más alejada del centro comercial y los cines. Los negocios abren de 11 a 21, y los restaurantes hasta las 2 de la mañana.



FUENTE: 
Pierre Dumas Publicado por el diario "La Nación" de Buenos Aires, en su Suplemento de Turismo el domingo 28 de agosto de 2010.FOTOGRAFIAS:Cafe Angelina: newyorkette.com ; Cafe Procope: fotopedia.com ; Las arenas de lutecia: http://www.torreeiffel.net/las-arenas-de-lutecia ; A la mere de Famille: commerces-immarcescibles.blogspot.com ; Le Village de Bercy: trekearth.com ; Les Frigos: skyscrapercity.com ; La casa de Serge Gainsbourg, en la calle de Verneuil: parisciudaddelaluz.blogspot.com ; Vista desde la Torre de Montparnasse: votravia.com

Lucio Victorio Mansilla. Los siete platos de arroz con leche.

 Por Ángel Stival.

El escrito sobre Juan Manuel de Rosas transmite el magnetismo del poder, su influencia y también el extravío en el que suele caer en sus horas finales.

Un relato de Lucio V. Mansilla revela el magnetismo del poder y también su extravío. "!No te digo que está loco tu hermano!", gritó Lucio a su mujer, Agustina Rosas, cuando su hijo Lucio Victorio Mansilla contó los pormenores de su demora en la casa de su tío, don Juan Manuel de Rosas.

El muchacho, que regresó en forma precipitada de Europa en 1851 por las noticias del alzamiento de Justo José de Urquiza, había salido en las primeras horas de la tarde para recibir la bendición de su tío y regresó a las 3 del otro día, encontrándose con el cuadro de sus angustiados padres que ya no confiaban en el equilibrio de Rosas.

Todo lo cuenta este personaje notable, incapaz de adecuarse a los moldes rígidos de lo bueno y lo malo en los que suele encerrarse nuestra historia, en uno de sus escritos, Los siete platos de arroz con leche .

Allí relata cómo lo recibió su prima Manuelita, rodeada de un séquito de admiradores; cómo esperó a Rosas durante horas; cómo, por fin, su tío lo recibió, sentado en una cama tan alta que sus pies no tocaban el suelo y le leyó un prolongado pronunciamiento sobre el momento político, como si no presintiera el desenlace que se concretaría en Caseros; y cómo, en el transcurso de la larga velada cargada de acechanzas, el famélico joven se comió siete platos de arroz con leche.

El escrito incluye también el final de la historia, que, sin mencionarlo siquiera -y allí reside su genialidad- transmite el magnetismo del poder, su influencia y también el extravío en el que suele caer en sus horas finales.

Lucio cuenta que, tiempo después, fue a visitarlo a su destierro de Southampton y Rosas le preguntó en qué pensaba. "En nada", le contestó. "Si adivino, ¿me va a decir la verdad?", insistió. No tuvo más remedio que aceptar. "Bueno -repuso él-, ¿a que estaba pensando en los platitos de arroz con leche que le hice comer en Palermo, pocos días antes de que "el Loco" (por Urquiza) llegara a Buenos Aires? ¿A que cuando llegó a su casa a deshoras, su padre le dijo a Agustinita: 'No te digo que tu hermano está loco'?"

"Es cierto", tuvo que reconocer. Y su tío se echó a reír de manera burlona.

Fuente: "La Voz del interior" Sección Opinión, publicado el domingo 29 de agosto de 2010.

martes, 3 de agosto de 2010

ALMIRANTE MANUEL JOSÉ GARCÍA-MANSILLA. CENTENARIO DE SU MUERTE.

Por Jorge Rafael Bóveda

El 18 de agosto de 2010, se cumplen cien años de la prematura muerte del Contralmirante Manuel José García-Mansilla, una de las figuras mas distinguidas de nuestra marina de guerra, y pionero del arma torpedista argentina. Su esmerada educación europea y formación profesional francesa aportaron prestigio y profesionalismo a la Armada Argentina, convirtiéndose con el tiempo en uno de los oficiales mas destacados de su generación. 

Como Comandante Director de la Escuela Naval Militar fue el responsable de llevar la institución a sus máximos niveles de excelencia académica y profesional. Su mente iquieta le permitió desarrollar violosos instrumentos náuticos y mejorar aparatos de su especialidad, a tal punto que se lo considerá "el primer hombre de ciencia de la armada". 

En caso de haberse enfrentado la Argentina y Chile, a principios del siglo pasado, era candidato seguro a comandar nuestra escuadra durante las operaciones bélicas. Alcanzó la Jefatura del Estado Mayor General de la Armada durante la presidencia del Dr. José Evaristo Uriburu. Su foja de servicios constituye un ejemplo para las futuras generaciones de oficiales y para todos aquellos que algún día abracen la carrera naval. 

García-Mansilla significó en vida para nuestra marina el equivalente a diez acorazados, pues fueron hombres de su calibre e ilustración quienes posibilitaron el ascenso de la República Argentina al estadio de una verdadera potencia marítima sudamericana. Sus intachables condiciones personales, su hombría de bien, su refinada cultura, y su habitual profesionalismo en todas las tareas que emprendió lo señalan como el oficial naval más destacado de su generación. Sus condiciones de jefe podemos apreciarlas en aquellos oficiales que sirvieron bajo sus órdenes, muchos de los cuales alcanzaron merecidamente el almirantazgo. Todos ellos le profesaban un profundo aprecio y admiración, cualidades que también fueron muy valoradas por sus superiores. 

El día de su sepelio, el Ingeniero Santiago Barabino habló en nombre de la Sociedad Científica Argentina expresando:"Grande es la pérdida sufrida por el país con la desaparación del contralmirante García-Mansilla, pues hoy que la fatalidad lo ha eliminado del mundo de los vivos, puede decirse sin menoscabo para nadie, que era el más elevado exponente intelectual de nuestra armada el más docto marino que poseía la Nación. Su pericia naval, su competencia técnica, han sido demostradas brillantemente por él en los elevados cargos que ejerciera en la administración y comando de nuestra escuadra" 

viernes, 30 de julio de 2010

La Princesa Federal. Vida de Manuelita Rosas.

Con más de 25.000 ejemplares distribuidos en la Argentina en distintas ediciones "La princesa Federal", de la escritora María Rosa Lojo, que recrea la vida de Manuela de Rosas vuelve a publicarse en Buenos Aires y será traducida al italiano y presentada en la próxima Feria del Libro de Frankfurt.

El libro salió por primera vez en 1998 y tuvo muchas impresiones, esta es la sexta y se va a publicar en Italia, en el marco del programa de traducciones de Cofra (Comité Organizador de la presencia argentina en la Feria de Frankfurt).

"La idea fue recuperar la figura de Manuela de Rosas como sujeto en todos sus matices, pensarla desde adentro. Hay una asignatura pendiente en la literatura argentina que es justamente dar cuenta de la interioridad de las mujeres. Son pocos los que han buceado en personajes femeninos", consideró la autora ante Télam.

"Lo que le da una profundidad particular a este personaje -apuntó- es la multiplicidad de miradas que convergen sobre ella: por un lado la mirada de Pedro de Angelis (que fuera el periodista de Juan Manuel de Rosas) a través de un diario apócrifo. Y la de Gabriel Victorica -un personaje de ficción-, intrigado por el misterio de esta anciana sabia y cínica".

Para Lojo, uno de los objetivos del libro -publicado por la editorial El Ateneo- es mostrar a Manuela no como un apéndice de Rosas: "Siempre hemos tenido una visión pobre, muy achatada de las mujeres de la historia, como si hubieran sido solamente hijas de esposas de amantes de y como si nada valieran por si mismas".

"Y a ella le tocó un papel excepcional -opinó-, ser una especie de primera dama extraoficial, porque Rosas no era presidente sino el representante de la Confederación Argentina, el gobernador más poderoso, sin dudas".

Manuela tuvo muchas funciones: "mediadora entre su padre y el pueblo; se relacionó de una manera fluida con los representantes de los gobiernos extranjeros, y hasta ocasionó el enamoramiento de alguno como el caso de lord Howden que le propuso matrimonio, estaba totalmente embelesado con ella".

Las mujeres entonces, resaltó Lojo, "tenían muy poca educación formal, Manuela se tuvo que hacer a sí misma seguramente con la ayuda de consejeros y maestros, por eso si bien no esta documentado, imagino ese tipo de relación con De Angelis -en la novela Manuela le pide consejo- es algo que pudo haber sucedido".

Lojo leyó mucho sobre Rosas, sobre Manuela, "que no hay tanta bibliografía, y sobre Pedro de Angelis: hay un libro fundamental de Josefa Sabor, una bibliotecóloga, que estudió a De Angelis como coleccionista de libros. También gracias a él se publicó una fabulosa colección de obras y documentos sobre el Río de la Plata".

Otro aspecto importante para la autora es el encuentro de Manuela con el poder público, "no en el ámbito privado donde era usual que las mujeres influenciaran, pero en ese escaparate social que ella tuvo se ven las capacidades femeninas generales para el poder".

El personaje de Victorica "está ahí para connotar las transformaciones de la época, es el descendiente ficticio de dos personajes reales: Bernardo y Benjamín Victorica, este último casado con una hija de Urquiza (José de), vencedor de Rosas, y futuro ministro de Guerra de (Julio) Roca. Significa el reciclaje de la clase política, la instauración de un nuevo orden".

Su hijo ficticio, hombre de pensamiento en la novela, "se pregunta qué dejó esta transformación, qué hubo de cierto en esos estereotipos que vendieron unitarios y federales, hombres de otra generación", explica Lojo.

Máximo Terrero, marido de Manuela, "no tuvo una actuación en primer plano en el horizonte político. Fue el secretario de Rosas.

Y tuvo el coraje suficiente para dejarse opacar. Dejar que ella brille y esperarla. Y cuando no hubo ningún pretexto político que debiera cumplir ella decidió casarse".

"Una cosa que me interesó destacar -señaló Lojo- es Manuela como sujeto político, no sólo como la buena hija que hace las cosas porque se las pide su padre, sino una mujer con conciencia política que cumple con su deber mientras está en el poder. Y sigue sintiéndose comprometida aun en el exilio: le da a Adolfo Saldías los papeles, el archivo de Rosas".

La novela, traducida al italiano, va a ser presentada en la próxima Feria del Libro de Frankfurt, donde nuestro país será invitado de honor, junto a otros libros que entraron en el Programa Sur, de traducciones de obras argentinas a distintos idiomas.

"Y se va a llamar `Il diario segreto de Piero Di Angelis` porque no lo conocen, se fue muy joven de Nápoles y se convirtió en el gran archivero argentino", explicó Lojo.

FUENTE: Agencia Telam, entrevista a la escritora María Rosa Lojo autora de la novela.

sábado, 17 de julio de 2010

EL WALHALLA ARGENTINO

Por Maximiliano Gregorio-Cernadas

Según la fantasía mitológica de los antiguos germanos, las almas de los guerreros caídos gloriosamente en combate eran conducidas por las valkirias hasta la fortaleza de Walhalla, una versión septentrional del olimpo griego.

Siglos después, el rey bávaro Ludwig I plasmó la idea de aquel sitio mítico en un lugar concreto y construyó, en 1842, un imponente templo neoclásico inspirado en el Partenón de Atenas, emplazado en la cima de una colina con vistas impresionantes sobre el valle del Danubio.

Templo de Walhalla, inaugurado el 18 de octubre de 1842.

El recinto, decorado con lujosos materiales, fue destinado a funcionar como una suerte de "salón de la fama" y albergaba bustos y placas que recordaban a las grandes personalidades de la "cultura pangermana", en el más laxo y caprichoso sentido de la expresión, incluyendo reyes ingleses, pintores flamencos y músicos austríacos, con remotos vínculos alemanes.

Interior del Templo de Walhalla.

Como ya estará adivinando el lector, el "templo" ofrece a los extranjeros no impresionables un aire de irrealidad, de criterios conceptuales extravagantes y una estética tan pueril como la mayoría de las desmesuradas construcciones que encomendó más tarde su hijo, Ludwig II, el trastornado rey bávaro responsable del castillo en el que se inspiró Walt Disney y que fue destronado por insano. Para el resto de los visitantes, el sitio podría parecer sagrado.

Castillo de Neuschwanstein en Baviera.

En cualquier caso, en este artículo no se trata más que de constatar que algunos pueblos no se imponen límites demasiado rigurosos al difundir su historia ante el gran público. Algo similar ocurre en países como Francia o Inglaterra, paradigmas de cómo construir historias gloriosas para consumo mundial, aun a partir de sucesos truculentos. De lo que no cabe duda es de que, más allá de la rigurosidad que pueda hallarse en ambientes académicos, la imagen popular que las artes y los medios reproducen en esos países está casi siempre basada en el respeto, la dignidad y la exaltación de los actores históricos. Una versión de la autoestima.

Por el contrario, en la Argentina del último medio siglo se han venido desarrollando dos procesos nefastos respecto de la mirada popular sobre la historia. Por un lado, la sanguinaria e irresuelta disputa de revisionistas versus academicistas se extendió sin freno e impidió una mirada serena, madura e inteligente de nuestro pasado.

Esta polémica alimentó desde la violencia civil hasta exaltaciones mesiánicas del tipo del "Altar de la Patria".



El segundo y más reciente cáncer de la historia de los argentinos es la amplia difusión que se está imponiendo de una suerte de anti Walhalla, del que ningún personaje histórico escapa. Una banalización suicida de nuestra historia, demorada en ruindades, y que conduce inexorablemente a una visión pesimista de nosotros mismos, asumida con resignación por la gente que poco o nada ha leído en serio sobre el tema.

El hecho es que seguimos discutiendo sobre Rosas, Roca, Perón, Eva y el Che, como si nada hubiéramos aprendido sobre el tema y continuáramos siendo eternos adolescentes exaltados y parricidas de los años 70. A ello se ha sumado ahora que, a pesar de que el Walhalla argentino contiene nombres insuperables en el nivel mundial en sus especialidades -San Martín, Alberdi, Saavedra Lamas, Houssay, Ginastera, Leloir, Milstein, Pérez Esquivel, Borges y Piazzolla, amén de los nombrados, entre una larga lista-, proliferan advenedizos diletantes de la historia, expertos en "descubrir" -como ya lo profetizó Discépolo- los peores aspectos de cualquier prócer argentino.

César Milstein (1927-2002).
Premio Nobel de Medicina (1984).

Las causas de estos males son claras: la anteposición de los intereses ideológicos, el lucro (jamás escapan del formato best seller ) y de la eterna vanidad humana, por sobre la verdad histórica, la mesura, la sensatez y la madurez intelectual.

Hoy, cualquier escritorzuelo o seudointelectual es capaz de clavar la más artera de las puñaladas a figuras del tamaño de San Martín o Borges, con tal de ganarse un mínimo espacio en el mundo (invitaciones internacionales, micrófonos, líneas en la prensa; en fin, los conocidos cinco minutos de gloria), especialmente si se lo recita con aire de intelectual, frente a extranjeros que no saben de qué se habla, pero que están dispuestos a gozar del desconcertante espectáculo que brindan algunos argentinos cuando, al intentar salvarse denigrando a sus compatriotas, no hacen más que devorarse a sí mismos.

Como en este momento la sociedad argentina, y en especial sus jóvenes, reclaman a gritos modelos y conductas ejemplares, y eso es escaso en nuestro presente, se torna cada vez más acuciante la necesidad de recurrir a los muertos para buscar la luz que los oriente entre tanta oscuridad, producto de la droga, la violencia, la desocupación, la marginalidad y la desesperanza a la que contribuyen estos profetas del odio.

Por eso, llegando al Bicentenario de esta bendita tierra que nos ha tocado en suerte, les cabe a los docentes, a los periodistas y a los intelectuales, pero muy especialmente a los padres, la enorme responsabilidad de revertir este proceso de manoseo vil del pasado y rescatar la apasionante moraleja ética y épica de la historia argentina con la madurez que ofrece el tiempo, la verdad que revela la ciencia histórica, la indulgencia que exige la responsabilidad social y el respeto que impone el amor a nuestra tierra.

No se trata de elaborar panegíricos ciegos ni listas de réprobos y elegidos, porque nadie es perfecto, ni en la Argentina ni en ninguna parte del mundo, sino de aprender a distinguir lo valioso de lo olvidable en cada personaje y su conducta, lo que nos enorgullece y debemos recordar de lo que conviene descartar y no repetir.

Más que libros superficiales de rápida venta, se requieren manuales sencillos que exalten a niños y jóvenes de entusiasmo y esperanza, relatándoles las proezas de aquellos prohombres que sobran en la historia argentina, muchos de ellos de celebridad internacional y cuya lectura llene los ojos de lágrimas a maestros y alumnos en las aulas, tanto como a padres y a hijos antes de dormir.

Si los adultos argentinos nos abocáramos a quitar el tizne con que los incendios iconoclastas han oscurecidos los bustos de nuestros próceres, descubriríamos para las jóvenes generaciones de argentinos el mármol glorioso de la noble estirpe que descansa en el Walhalla argentino aguardando a ser convocada una vez más al servicio de la patria.

© LA NACION El autor es diplomático de carrera, especializado en política exterior cultural. Publicado en La Nación impresa el sábado 5 de mayo de 2010.

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